viernes, 21 de septiembre de 2007

Siéntate ahí

Es variado el surtido de los desafíos que enfrentan a las élites mexicanas. Es uno el eje de rotación: el poder.

Uno de los retos, el de la reforma electoral, sigue su paso obligado por los congresos locales para hacer efectivos los cambios a la Constitución. Dieciséis es la cifra mágica para que se alcance o desechen los cambios propuestos. En estos días se ha confirmado el poder de dos grandes cadenas nacionales de la televisión, su capacidad para desprestigiar a la política. Ese es el recurso del que echan mano para hacer prevalecer sus intereses particulares.

Otro desafío es el de la impunidad de Vicente Fox y Martha Sahagún. Ellos han logrado la unanimidad de poner a todos en su contra, al exhibir con el desparpajo que les caracteriza una parte de su propiedad inmobiliaria. Falta por averiguar qué hay detrás, porque la verdad sobre el enriquecimiento de “la pareja presidencial” era conocida. Pero no nos confundamos, el problema en sí no es que se enriquezcan o tengan propiedades los Fox. La cuestión de fondo es cómo un personaje de esta calaña, de baja calidad moral e intelectual, logró alcanzar la Presidencia de la República. Hay problemas de diseño en nuestras instituciones democráticas que han desnaturalizado la competencia de los partidos por el poder. Hay que decirlo claro, por su propia estructura y convocatoria el PAN nunca hubiera alcanzado la Presidencia.

Un tercer desafío que no ha ganado mayor audiencia es la reedición de los desencuentros entre el gobierno federal y el gobierno de la ciudad de México. No es un desafío menor porque se pone en riesgo a la mayor concentración poblacional del país. Un proyecto de seguro al desempleo, todavía en ciernes, propuesto por el gobernante de la ciudad es descalificado por la autoridad laboral federal ¿De qué se trata? Parece que Javier Lozano Alarcón tiene la encomienda de estorbar a Marcelo Ebrard, ignora que para eso está, y de manera legítima, Mariana Gómez del Campo, dirigente de Acción Nacional en el Distrito Federal.

Hay otros desafíos en la arena política, pero uno de manera directa y sin mayores intermediaciones, es el establecido entre el Ejército Popular Revolucionario y el presidente Calderón en torno a la convivencia pacífica. Cada quien defiende la paz a su manera, cada quien se arroga el uso de la fuerza. Más allá de la legalidad y la legitimidad, se enfrentan como dos gladiadores en el límite de lo abisal.

Desde la aparición pública del EPR en 1996, en ese entonces tipificado como pantomima por Emilio Chuayffet, a la sazón secretario de gobernación, esta organización armada se destacó por dar golpes que afectaban a las fachadas de algunos edificios (de bancos o públicos) sin estremecer la tranquilidad del país. Pero ha sido la desaparición de dos de sus miembros, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, lo que ha desatado una serie de atentados explosivos contra instalaciones de Petróleos Mexicanos. El 25 de mayo de este año desaparecieron en la capital de Oaxaca. En Junio fueron reclamados. El 10 de Julio fueron las primeras explosiones de Guanajuato y Querétaro. El 10 de septiembre vino la segunda carga en Veracruz y Tlaxcala. La respuesta oficial a la demanda específica es que no tiene idea de dónde están los desaparecido. Esta respuesta revela que la inteligencia en seguridad del Estado ha quedado rebasada.

Felipe Calderón ha convocado a condenar los atentados. El EPR ha respondido el día martes 18 con un comunicado que tiene como principal demanda la presentación con vida de los desaparecidos, al tiempo que enarbola la bandera de los derechos humanos. No se sabe quien tiene los hilos del caso dentro del gobierno federal para que, de manera pública y precisa, informe de lo que ha venido haciendo la autoridad para localizar a los desaparecidos. En nada le conviene al país y al Presidente iniciar una nueva etapa de la guerra sucia.

No dar pie a dudas sobre la vigencia del respeto a los derechos humanos. Evitar el involucramiento de las Fuerzas Armadas en una nueva guerra sucia. Esa es la obligación del Presidente. Las sombras informativas crecen cuando se enlazan otras informaciones, como la del especialista en temas militares, Javier Ibarrola, quien en su columna semanal de Milenio Diario afirma, sin abundar más, que “hace unos días el Ejército llevó a cabo un fuerte operativo en Oaxaca en el que se detuvo por lo menos a diez individuos.” Como si se tratara de bultos. El gobierno no puede generar la apariencia de que está desinformado, ni dar palos de ciego.

martes, 18 de septiembre de 2007

¡Viva!

Dentro de todas las dificultades que enfrenta la conducción política de un Estado que se quiere democrático, capaz de generar condiciones para el crecimiento económico del país para disfrute de sus ciudadanos, uno de los lastres que ha deteriorado la solvencia del Estado ha sido la falta de una clase política acorde a los retos del país. Desde que se eliminó la clase política agrupada en un partido hegemónico, México ha venido dando tumbos. La experiencia de seis años del gobierno de Vicente Fox puso en peligro a la nación en su conjunto. Pues las responsabilidades propias de la política se descuidaron, se dio juego a quienes tienen por elección propia otros roles, la élite empresarial y eclesiástica fueron convidadas por la irresponsabilidad foxista a incidir en las decisiones públicas como si fueran asuntos de su ámbito de influencia. La política perdió autonomía de decisión hasta para tomar acuerdos.

Todo esto se pone de relieve para destacar la importancia de las reformas electoral y fiscal, como expresión del inicio de la refundación de la clase política en el marco del juego pluripartidista. Se trata de un inicio pues todavía falta que se den otras actuaciones que abonen al espíritu de cuerpo de una nueva clase política (gobernadores, munícipes, legisladores locales) Por lo pronto, el Congreso y el Ejecutivo demostraron que pueden ponerse de acuerdo, colaborar. Aunque no sean reformas completas, el tiempo se encargará de descubrir sus beneficios y deficiencias, pues no se tendrán reformas acabadas hasta que no se resuelvan otros pendientes como el rezago educativo y alimentario que afectan a gran parte de la población.

Pero toda reforma o proceso de reformas tienen sus obstáculos. Por un lado está la eficiencia recaudatoria del gobierno y de capacidades para ejercer los recursos públicos en sus asignaciones previstas. También está la disposición de los partidos para honrar la competencia electoral. Los cambios legales se pueden estrellar si no hay un cambio de actitudes y conductas que desde la misma política se resisten al cambio.

Sin duda, el obstáculo más conspicuo que tiene la clase política es el que ofrece el frente organizado por el duopolio de las televisoras al que se unen los radiodifusores y la cúpula empresarial. Los dejaron jugar como cachirules en los procesos electorales y ahora se creen los verdaderos actores de la competencia electoral, incluso se reconocen como los representantes legítimos frente a los legisladores que en su sentir quedan en calidad de representantes espurios. No existe el menor ánimo de autocrítica de los medios electrónicos y en el alcance de su influencia quieren secuestrar la voz del pueblo. Su capacidad de manipulación está muy por encima de los partidos políticos y sólo falta que en la ley se les reconozca esa superioridad para liquidar de una buena vez el sistema de partidos.

El país tiene graves problemas de seguridad, enfrenta un entorno económico difícil. Dificultades que se expanden cuando las élites no diferencian entre sus respectivos campos de competencia. Es tiempo de poner las cosas en su lugar y acabar de una vez por todas con la herencia del foxismo de hacer de la política un Patiño de la industria del entretenimiento. Ya tienen sus telenovelas, sus chismes de la farándula, el futbol que venden como sustituto del nacionalismo. Ése es su negocio, háganlo prosperar en una competencia real si de verdad son tan liberales como se pintan.

Si hay alguien que pueda demostrar que una sociedad de hoy en día se puede conducir sin política ni políticos, que diga cómo y lo ponga en el debate, con la suficiente habilidad de no producir una guerra civil o secesión. No olvidemos que el combate al crimen organizado no ha concluido. El narcotráfico está herido y se vuelve más peligroso. No se olvide que existe una guerrilla real con capacidad de hacer explosiones quirúrgicas sin asesinar a la población civil. Hay una serie de condiciones como para periclitar las reformas, entre ellas la ceguera de la industria de la radio y la televisión. La actual administración no se ha estabilizado pese a que el gobernante en turno tomó la plaza del zócalo durante las fiestas cívicas del fin de semana pasado. La fortaleza de la concordia no se ha terminado de construir. Todavía no se puede celebrar la firmeza de las seguridades.
Powered By Blogger