Lo único avanzado respecto al
encaramiento de una emergencia sísmica es el desalojo de edificios (De
dependencias públicas, oficinas y algo de los centros comerciales) Con
instrucciones básicas, en menos de un minuto la gente está en la calle, así, el
pánico sigue siendo el timbre que conduce el desalojo de todas las
edificaciones.
Lo que se desconoce es qué hacer
con la gente una vez colocada en la intemperie. Ríos de personas y de
automotores se disputan alcanzar una salvaguarda para ellos y sus seres queridos.
Es un caos por agregación, que se multiplica por la falta de una fuente oficial
de información, por el contrario, la disputa por la audiencia se impone.
Deportistas y media farándula son usados desviando la información pertinente.
Falta educación cívica que ordene el caos (Del Estado de excepción ni hablar,
la fama pública de los gobernantes lo hace imprudente)
La deficiencia en serie abre
espacio para lo obsceno, totalmente carente de un sentido práctico de auxilio.
La publicidad y la autopromoción se convierten en el tejemaneje de la
emergencia.
Gobernantes y empresarios
levantan presídium de talante soviético para anunciar acciones inconsultas.
Gobernantes y empresarios hacen caravana para hacer de la catástrofe un “shopping”,
se entregan monederos plásticos y se levantan comercios de manera simultánea,
para demostrar que el mercado está por encima del Estado.
Los partidos políticos ocupan
otra pista del circo y compiten por ofrecer los recursos públicos de los que
subsisten a los damnificados. Una subasta de la indecencia.
Parece sencillo, disponer de
instrucciones inequívocas de qué hacer. La industria de la construcción,
encuadrar albañiles, organizar el retiro de escombros y poner a disposición máquinas
y materiales.
La asociación de restauranteros,
acercar alimentos a los sitios colapsados donde la gente está acampando en sus
márgenes.
Los comerciantes de consumibles
médico-quirúrgicos, poner sus almacenes al servicio de los afectados.
A los asalariados tocados por el
siniestro, contar con la dispensa de sus patrones para no asistir a laborar.
Medidas puntuales y temporales
aplicadas en auténtico ejercicio de la solidaridad, de la sociedad para la
sociedad, sin intervención del gobierno.
A más de dos semanas de los
sismos, cuál es la prioridad: la reconstrucción de viviendas o la recuperación
económica. Humanitariamente lo primero es la vivienda, el eje de la
estabilización material de todo hogar.
Considerando la encuesta del
INEGI sobre la afectación de establecimientos económicos provocada por los
sismos en siete estados, la mayoría de ellos no tuvieron más de tres días de inactividad file://afectaciones2017_09.pdf.
La actividad económica no se colapsó, salvo desgraciadas excepciones.
En medio del desastre, la lucha
por el poder y el apetito de acumular riqueza no tienen gracia, son obscenos.