viernes, 20 de abril de 2007

Sangriento

No hay modo de ocultarlo, el combate al crimen organizado está consumiendo al gobierno de Felipe Calderón. Todo lo demás que hace, anuncia mejor dicho, se desvanece ente las imágenes de guerra. La persecución de delincuentes y el sitio al Hospital General de Tijuana. El operativo militar sobre el triángulo dorado del cultivo de estupefacientes, cuyos vértices los conforman los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Son el cuadro sobre el que se pinta la cascada de ejecuciones que viene de tiempo atrás.

Los operativos no han tenido eficacia quirúrgica pues el cáncer está ramificado. Durante los últimos seis años los cuerpos policiales municipales de varias ciudades se convirtieron en socios obligados del crimen organizado: plomo o dinero. La insuficiencia de la inversión pública y privada, la deplorable distribución del ingreso, han hecho del narcotráfico una fuente de ingresos para la economía familiar, un componente negro de la economía política de este país no incluido en las cuentas nacionales.

La estrategia de aplicar todo el aparato represor para combatir al narcotráfico se está estrellando con una estrategia de pega, huye y difunde tus golpes. Esto parece una guerra de guerrillas que de seguir así puede minar la moral del Ejército. Por lo que se aprecia, no se han ubicado con precisión los operativos, con la precisión de desarticular a las bandas de delincuentes. Por el contrario, cada acción del gobierno tiene el efecto de reproducir el mal. El crimen ha desplazado a la política y a la economía de la información en titulares. Es el momento de revisar la estrategia para continuar está obligada y legitima lucha del Estado contra la delincuencia.

Como estarán las cosas que hablar del número 2 en Los Pinos se está haciendo costumbre y mala propaganda para el número 1. Sin hacer nada sobresaliente, Juan Camilo Mouriño se le insinúa como el gran tomador de decisiones, el problema es que con las decisiones equivocadas o mal enfocadas los jitomatazos se los envían a su jefe. Felipe Calderón se aleja de su proyección como presidente del empleo, se recrea como un presidente agobiado por la circunstancia que le impide acometer sus propósitos. Sin proponérselo, ha inaugurado un sexenio sangriento.

El Presidente tomó el camino del combate al narcotráfico y no tiene porque distraerse por la conducción de su partido, el PAN. Ya es tiempo de que abandone esas inútiles reuniones de los lunes con la cúpula de su partido. Mal puede defender el derecho a la vida cuando todos los días se realizan ejecuciones. De otra manera, lo que se va haciendo convicción es la presunción de que no estaba preparado para conducir al país. Pues si no tiene la información precisa que vincula al crimen organizado con puntos y personajes de la vida institucional, sus colaboradores nada más estarán enjugándole el dedo en la boca, perfilando una Presidencia abatida en la soledad.

martes, 17 de abril de 2007

Libro negro

En aquel día, entre el dictamen que declaró al presidente electo y el de la toma de posesión de Felipe Calderón, los equipos del saliente y el entrante se reunieron en Los Pinos, en un encuentro de cortesía que sirvió para entregar los libros blancos de la administración foxista. A más de cuatro meses de iniciado el gobierno de la segunda estadía del PAN en Palacio Nacional, el nuevo equipo tiene material suficiente para elaborar un libro negro de lo que dejó Vicente Fox a la nueva administración.

Germán Martínez Cázares, secretario de la Función Pública, al ser entrevistado en un canal de televisión (Proyecto 40, para una emisión a cargo de El Universal), se mostró preocupado por las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación, subrayando tres dependencias: PEMEX, IMSS y CONAGUA. Dispuesto a seguir el camino de la ley, el funcionario se negó a considerar sus investigaciones como una caza de brujas. El caso es que el historial del foxismo convoca a practicar dicha cacería con la ley en la mano. El problema es el descrédito que le acarreará al nuevo gobierno de no hacer una indagación cuidadosa, escrupulosa, pues puede vulnerar su legitimidad no del todo establecida.

No se trata sólo de las cuentas administrativas auditadas del año 2005, la herencia negra fue dejando su huella a lo largo del sexenio y no se limita a lo registrado por el auditor. Un caso de la irregularidad foxista se dio en el trato con el sindicato minero. De manera torcida ungió a un líder –Napoleón Gómez Urrutia- y chueca fue su defenestración por parte de la misma autoridad. Hoy el líder ha sido restituido y ex funcionarios, Fox incluido, ya tienen interpuesta una denuncia penal. Pero la irregularidad fue la marca del sexenio y no se entiende cómo no le significó una derrota apabullante en el 2006 al PAN. Aunque explica el significado profundo que tiene en este país la operación electoral.

En el ambiente están los cuestionamientos a la Mega biblioteca, hoy cerrada para la conclusión de una obra inconclusa; al programa Enciclomedia, que desde su origen fue tentado para inflar sus costos; a las obras de remodelación del aeropuerto internacional de la ciudad de México; la administración de las aduanas, complaciente ante la importación de seudoefredina, sustancia a partir de la cual se elaboran drogas sintéticas. Pero el historial arranca desde la conformación del grupo de súper asesores que se contrapunteaban con los responsables de despacho.

La expropiación de los ingenios azucareros que nunca sustentó su utilidad pública y la Corte finalmente revirtió el decreto expropiatorio. La discrecionalidad de una subsecretaría de la SEMARNAT para otorgar permisos. Los desvíos de la Lotería Nacional a través de una fundación, Transforma México, que a su vez subsidiaba a Vamos México, lo que obligó a limpiar la cañería administrativa de esa institución. Esto es algo de lo que se supo a través de la prensa. Malas calificaciones del gobierno del cambio, que en una democracia plena hubiera sido suficiente para retirarle la confianza ciudadana a su partido a través del voto.

Qué va hacer Felipe Calderón con el libro negro del foxismo. Libro del que seguramente cuenta con más elementos de lo que aquí se enuncia. Material para poner en cuestión, de nuevo, la legitimidad del gobernante y oportunidad para su relegitimación. Material explosivo que requiere de manejo cuidadoso, en momentos en los que se tiene una guerra abierta contra el narcotráfico y una agenda de acuerdos con el Poder Legislativo. Qué acordó el Presidente con Manuel Espino el viernes pasado (Excélsior) ¿Se la juega por México o por el foxismo?
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