martes, 8 de enero de 2013

No todo lo que brilla



Es una apreciación generalizada, que en términos de propaganda, al naciente gobierno de Enrique Peña Nieto le ha ido bien. Hay que ser precavido, la propaganda no es sinónimo de realidad o para decirlo en el estilo presidencial actual, propaganda no es igual a gobierno eficaz. Es evidente la buena fe por infundir optimismo a los gobernados, más considerando las ruinas heredadas que sirven de cimiento no deseado para el actual optimismo. El mensaje de año nuevo emitido por el Presidente no hay manera de no compartirlo. Que hacen falta reformas es algo que se ha dicho ad nauseam. Inevitable es considerar si las reformas son suficientes frente a la realidad de una autoridad del Estado debilitada y una sociedad parcialmente desamparada. De qué sirve una reforma laboral si la autoridad, las autoridades, no tienen capacidades, habilidades, para que la ley se cumpla y no sea un ejercicio de simulación mas.

El asunto es cómo la autoridad del Estado tiene la fuerza para hacer efectiva la vigencia del Derecho. Y no estoy sugiriendo el autoritarismo sino que la sociedad, los gobernados ofrezcan la confianza a los servidores públicos y que éstos, a su vez, la refrenden ofreciendo un servicio digno de admiración por la satisfacción que provee al ciudadano. La cuestión es compleja pues se ha insistido de tiempo atrás, por otras administraciones, que regulación es perdida de eficacia, sin detenerse a considerar que la ausencia de regulación es convocar a la barbarie. Qué tanta regulación se requiere es el punto que no se ha dilucidado.

Estamos de acuerdo en que el Estado tiene el monopolio de la fuerza legítima para mantener el orden y si recurre a excesos hay recursos para revertirlos. Aunque es un asunto local, de la ciudad de México, los desmanes del primero de diciembre que en el dominio de las redes sociales quedó bautizado como 1D, siguen sin aclararse. La autoridad local ya ha dejado sin efecto los encarcelamientos efectuados, fueron liberadas antes de concluir el año 2012 las 16 personas que se encontraban privadas de su libertad como consecuencia de los desmanes. Ha pasado más de un mes de los sucesos y no encuentro la difusión del informe pormenorizado que dé cuenta de lo sucedido y sea capaz de ser convincente. Nos merecemos tal omisión y conformarnos con la especie de contaminación ideológica: ¡No! Alguien tiene que tomar el toro por los cuernos y esclarecer puntualmente para que en el futuro este suceso local no se transforme en una mancha para el gobierno federal. Se está en el momento oportuno para no dar lugar a la construcción de una leyenda negra y el nuevo gobierno tiene que atajar con solvencia dicha construcción en el imaginario social.

La regulación precisa y sin excesos produce transparencia. Eso lo sabe Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera y están bien sus propósitos de entendimiento y coordinación, más allá de la cortesía de un paseo por Palacio Nacional. Por eso el Jefe de Gobierno debería hacer algo en el engorro de los trámites de la Setravi, los cuales suponen en el absurdo de los papeles requeridos que cada propietario está bajo sospecha de robo ¿Pues que no tienen una base de datos que les dice quien es el dueño y quien está al corriente de sus obligaciones? O será que esas bases de información no contienen datos verdaderos. Es una ofensa para el ciudadano y da pie para que no se confíe en los servidores públicos al encarecer el servicio por el cual se les paga.

Esto apenas comienza, el tránsito de la propaganda hacia el gobierno eficaz de una presidencia democrática no está claramente trazado. Furtiva acecha la recaída en la desilusión, a prueba de consensos y cooptaciones.

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