De nuevo se abre el tema de la
reforma energética. Enésima representación entre mercantilistas privatizadores
y estatistas nacionalistas. Lo que no termina de vislumbrarse es la trayectoria
sobre los pasos para revertir una decisión que marcó un hito -la expropiación
petrolera- entre el régimen de explotación intensiva de la fuerza de trabajo en
el campo y extracción depredadora de los recursos naturales, a un régimen industrializador
y de bienestar. Qué se les va a decir a los ingleses. Lo mismo ocurre con los
chinos, se les corrió en tiempos de Plutarco Elías Calles y ahora se les llama.
El drama actual es la toma de un
camino, inconsistentemente modernizador, que privilegió la terciarización
de la economía, abandonando el campo y la creación de complejos industriales. Bajo esas
condiciones, competir en el mercado globalizado ha sido muy desventajoso. Por
eso estamos de regreso, instalados más bien, en el régimen de sobreexplotación
de la mano de obra (más horas de trabajo, menos salario) ofreciendo de nuevo
los recursos naturales a la inversión extranjera.
En el fondo de la discusión sobre
el sector energético, que de tiempo atrás se ha venido privatizando por la vía
de los contratos, los cuales bien a bien nunca se explican del todo en empresas
como PEMEX y CFE, diseñadas de origen para valerse por sí mismas y terminan
beneficiando a otras compañías que le ofrecen sus servicios. Ni qué decir de
los sindicatos, quienes una vez terminada la fiesta nacionalista, no se
pusieron las pilas para sacar adelante al sector energético y se dedicaron a
engordar las prestaciones laborales. También hay que llevar a cuentas a los
directivos que no pudieron hacer nada en contra de la corrupción.
En el fondo, puestas así las
cosas, se requiere cimentar el proceso reformador en su conjunto, que lo
público sea tal y no un rodeo para realizar negocios personales. Combatir la
corrupción pues. Si eso no se resuelve los resultados de las reformas serán
decepcionante. Es la corrupción la que se ha enraizado en la vida pública. Se
repiten las escenas de los fajos de billetes entregados fuera de toda norma,
con la mayor discrecionalidad. Las grabaciones que exhiben el desvío de
recursos. Así nomás, vamos cayendo en la cuenta de que el real consenso del “celebrado”
pluralismo político es la lana. De a cómo no.
Si en esa estamos, las reformas
pronto dejarán ver sus vicios ocultos por sobre las virtudes supuestas.
Cómo puede ser confiable el
proceso reformador si actores destacados, como la fracción de los senadores del
Partido Acción Nacional en la Cámara alta, muestran con monumental impudicia
de sus debilidades. Si por ellos pasan las reformas maldita la cosa. Y los
menciono por protagonizar el escándalo del momento. A quién representa esa
pandilla. Hoy dan un golpe de mano, mañana estarán dispuestos a operar un Golpe
de Estado. El mayor mérito de este grupito fue el de contratar al sicario más
caro de México, el cuñado de Felipe Calderón. Un golpeador al que no se le
conoce aportación institucional a la convivencia entre los mexicanos.
Y esta es la clave de las
reformas, la construcción institucional. Guste o no, PEMEX, CFE, IMSS, ISSSTE,
la misma SEP, fueron acertadas construcciones institucionales hoy venidas a
menos por la corrupción. Luego entonces, si no se ataca el cáncer, para qué
reformar.