martes, 18 de junio de 2013

El hiato


Ya se comentó aquí los estragos que hace el mercado libre, también se ha hecho mención de que la política (los políticos, la democracia) no están reportando el rendimiento esperado por los ciudadanos. La alegría de la paz y el bienestar se niega a residir en este sufrido país o habita en pocos hogares.

El resultado es una grieta, una separación de lo que esperan los “líderes” de la sociedad, la ruptura del “tejido social”, el universo desencantado de la anomia. Lo social es un territorio convulsionado, con la incertidumbre del día, como si la animalidad de los muertos insepultos y los desaparecidos se impusiera a la civilización.

Dónde medir esa separación. Bueno, una medida es la que ha hecho la Secretaría de Trabajo y Previsión con los datos del INEGI al calcular el porcentaje de la población que se integra a la economía informal. Lo que nos dice que el mercado formal no da para dar servicio a toda la sociedad porque así lo dicta la ambición del margen de ganancia. En consecuencia, crece un mercado informal y funcional al ya existente en el registro fiscal. Y no se va a resolver con una cruzada, hay que recordarlo, históricamente las cruzadas concluyen en sonoras derrotas. Lo que sí puede funcionar es definir un nuevo pacto social. Todos ponen.

Otra manera de medir la separación, el hiato, es considerando la incorporación de personas a la delincuencia. Hace años, dentro de la primera alternancia, la Secretaría de la Defensa Nacional soltó la estimación de 500 mil familias. Sospecho que la cifra se ha incrementado y no hace falta sacar el ábaco. Si tus hijos no estudian, ni trabajan, si pasan la noche fuera de casa ése es un indicio de que puedan estar capturados por las redes de la delincuencia (lo que no niega de que se puede estudiar y/o trabajar al tiempo de estar cooptado por la delincuencia)

Son sólo campos en los que se puede identificar la separación, la grieta, que se abre ente la sociedad y las instituciones político-económicas.

Otro campo es el estanque de Narciso que se realiza en actividades especulares como la asistencia a estadios, el gimnasio, los video juegos, las redes sociales, donde en Facebook cara mata a libro. O YouTube, donde se hace escarnio del semejante. El mito de Narciso actualizado, llevado al límite del encomio de las actividades extremas. Y ya que estamos en esa tesitura, pongámonos espesos y mencionemos el síndrome de Bazarov. Un invento extraído del personaje de la novela Padres e hijos de Iván Turguénev. Modelo del nihilismo que con gratuidad apela a la ciencia en el desparpajo de la charlatanería y el cinismo, ser simpático e irrespetuoso.

El hiato es neonihilista ¿Presagio de una revolución?

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