Ya se comentó aquí los estragos
que hace el mercado libre, también se ha hecho mención de que la política (los
políticos, la democracia) no están reportando el rendimiento esperado por los
ciudadanos. La alegría de la paz y el bienestar se niega a residir en este
sufrido país o habita en pocos hogares.
El resultado es una grieta, una
separación de lo que esperan los “líderes” de la sociedad, la ruptura del “tejido
social”, el universo desencantado de la anomia. Lo social es un territorio
convulsionado, con la incertidumbre del día, como si la animalidad de los
muertos insepultos y los desaparecidos se impusiera a la civilización.
Dónde medir esa separación.
Bueno, una medida es la que ha hecho la Secretaría de Trabajo y Previsión con
los datos del INEGI al calcular el porcentaje de la población que se integra a
la economía informal. Lo que nos dice que el mercado formal no da para dar
servicio a toda la sociedad porque así lo dicta la ambición del margen de ganancia. En
consecuencia, crece un mercado informal y funcional al ya existente en el
registro fiscal. Y no se va a resolver con una cruzada, hay que recordarlo,
históricamente las cruzadas concluyen en sonoras derrotas. Lo que sí puede
funcionar es definir un nuevo pacto social. Todos ponen.
Otra manera de medir la
separación, el hiato, es considerando la incorporación de personas a la
delincuencia. Hace años, dentro de la primera alternancia, la Secretaría de la
Defensa Nacional soltó la estimación de 500 mil familias. Sospecho que la cifra
se ha incrementado y no hace falta sacar el ábaco. Si tus hijos no estudian, ni
trabajan, si pasan la noche fuera de casa ése es un indicio de que puedan estar
capturados por las redes de la delincuencia (lo que no niega de que se puede
estudiar y/o trabajar al tiempo de estar cooptado por la delincuencia)
Son sólo campos en los que se
puede identificar la separación, la grieta, que se abre ente la sociedad y las
instituciones político-económicas.
Otro campo es el estanque de
Narciso que se realiza en actividades especulares como la asistencia a
estadios, el gimnasio, los video juegos, las redes sociales, donde en Facebook
cara mata a libro. O YouTube, donde se hace escarnio del semejante. El mito de
Narciso actualizado, llevado al límite del encomio de las actividades extremas.
Y ya que estamos en esa tesitura, pongámonos espesos y mencionemos el síndrome
de Bazarov. Un invento extraído del personaje de la novela Padres e hijos de Iván Turguénev. Modelo del nihilismo que con
gratuidad apela a la ciencia en el desparpajo de la charlatanería y el cinismo,
ser simpático e irrespetuoso.
El hiato es neonihilista ¿Presagio
de una revolución?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario