jueves, 4 de noviembre de 2010

En qué momento el IFE



La elección de tres nuevos consejeros electorales del Instituto Federal Electoral, para sustituir a los tres que ya cumplieron su ciclo, se encuentra detenida. En la Cámara de Diputados, epicentro de la definición, se cruzan acusaciones. Con distinta argumentación, en un mismo diario se concluyen profecías tremendistas, es el caso de José Carreño Carlón (Muertos y crisis a la vista) y Mauricio Merino (Por favor, no hagan lo que ya hicieron).


El asunto es que al IFE ya le pesa desde hace tiempo su “inmaculado” prestigio. Resulta ser que dentro de las instituciones del Estado mexicano el IFE representa el descendiente albino, admirado por su rareza respecto a sus consanguíneos. Imparcialidad, legalidad, transparencia son la rueda de molino a deglutir y desde hace tiempo el cuerpo político la está regurgitando. Cuando una imagen se va distanciando de la realidad vale el dicho, el hábito no hace al monje. Estimados, no le hagan al monje.


El centro de la controversia es una gran mentira de la que todos se han hecho de la vista gorda: para ser consejero se debe prescindir de ideología política o partidista. Con ese supuesto, difícil es encontrar a la persona adecuada. Ése no es el quid, para ser consejero electoral es importante tener conocimiento sobre la materia y someterse en todo momento a las obligaciones de ley que tiene todo servidor público, condiciones que no admiten simulación.


Más que argumentar sobre la base de un futuro ominoso que amenaza a la democracia mexicana, habría que escarbar en los antecedentes que torcieron a la institución. En qué momento el IFE fue seducido por el Doktor Faustus. Pudo haber sido en la refundación zedillista del IFE, que fundamentó la integridad de dicho Instituto en un presupuesto más que generoso para que el dinero del narcotráfico o de grupos de interés no corrompiera a la democracia. Subrepticiamente se creó un botín más con recursos fiscales.


Más relacionado al actual debate sobre la partidización del IFE, el punto de quiebre fue el arribo de consejeros que ocultaron su identidad respecto a específicos intereses partidistas que defienden. Los Creel, Lujambio y Molinar Horcasitas, quienes no tuvieron la prudencia de reorientar su vida hacia la academia o al activismo dentro de organizaciones civiles, incluso la actividad empresarial o el ejercicio de la profesión liberal. En ese momento evidenciaron que el IFE era un trampolín magnifico para acceder a puestos políticos. Después de eso y conociendo lo que han hecho los personajes mencionados por su apellido ¿Es creíble que la legalidad, la imparcialidad y la transparencia habiten a plenitud en las instalaciones de Periférico Sur y Viaducto Tlalpan?

martes, 2 de noviembre de 2010

Retorcimiento de las instituciones



En las expresiones combate al crimen organizado, guerra al narcotráfico o diálogos por la seguridad, se encuentra un retorcimiento de las instituciones que desde el actual gobierno se ha operado. En una misma licuadora se ha puesto a la Secretaría de la Defensa, a la Secretaría de Marina, a la Secretaría de Seguridad Pública Federal y a la Procuraduría General de la República, depedencias que periódicamente son convocadas en el seno del Consejo Nacional de Seguridad para producir un brebaje que la sociedad y parte de los medios no están dispuestos a tragar.


Lo de arriba viene a cuento porque en noviembre del año 2001 se puso en marcha la Agencia Federal de Investigación Federal, hace nueve años. La ordenó el presidente que hizo poco para contener a la delincuencia según su sucesor (Fox fundó el organismo/Calderón descalificó al padre de la criatura) Haciendo a un lado dimes y diretes de distinguidos panistas, nueve años serían suficientes para hacer una evaluación de lo realizado por la AFI y ocasión para hacer contraste con desaparecida Policía Judicial Federal. Ejercicio que si se ha hecho no es del dominio público y difícilmente lo será, pues la mayoría de la información que procede de la PGR y sus entes se encuentra a reserva en su propio reino de opacidad, lejos de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental que se promulgó en tiempos de Fox ¿Otro desacierto?


Por el énfasis que le ha puesto la actual administración a la erradicación de la delincuencia organizada, la AFI debería estar bajo reflectores pues es la institución que tiene como misión “Ser auxiliar eficaz del Ministerio Público de la Federación para la investigación y persecución de delitos del orden federal y de aquellos que siendo del fuero común afectan la seguridad nacional o sean atraídos por el ámbito federal y cuya actuación deberá ser con estricta observancia a la legalidad y respeto a los derechos humanos, ésta es su razón de ser.” Pero esa es la retórica de una supuesta planeación estratégica. Más pleonasmo o así está bien.


A cargo de la AFI está el combate al narcotráfico y a la corrupción, no obstante su presencia ha sido discreta, gris, opacada por los operativos del Ejército, la Marina y la Policía Federal Preventiva. La Agencia, que en su momento se le presumió como el FBI mexicano, a saber porqué, ha quedado rezagada dentro del gabinete de seguridad, presupuestalmente no ha sido bien acompañada, languidece en el semiostracismo. A su titular, el almirante Wilfredo Robledo, le han secado las ansías protagónicas que en otros puestos policíacos desplegó. Su jefe inmediato, el procurador Arturo Chávez Chávez, ha mostrado poco ánimo para proyectar hacia adelante a la Agencia en cuestión. Ni siquiera le merece al procurador hacer una buena convocatoria en el aniversario de la dependencia, le dedica un discurso con malos trazos.


El derrotero sin gloria de la AFI está relacionado con una conducción del Ejecutivo que no ha sabido alinear al gabinete de seguridad, empezando por no darle su lugar a la AFI que formalmente estaría en la punta de lanza de la acción policiaca en contra de la delincuencia. Será acaso porque desde el gobierno se desacredita a las instituciones, que en el inconsciente del panista opositor que aun vive en Calderón, siguen siendo representaciones del mal gobierno.

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