“violencia es el ejercicio
intencional de la fuerza por un sujeto (individual y colectivo) contra otro
(también individual o colectivo) para imponerle su voluntad al causarle daño o
sufrimiento.”
“¿Qué podemos entender por
terrorismo? Entendemos el ejercicio de ciertos actos violentos (tortura,
secuestro, desaparición física, tiros en la nuca o asesinato por la espalda,
explosiones de bombas en lugares públicos) cuyas víctimas son generalmente
inocentes.”
Adolfo Sánchez Vázquez
El supuesto de la movilización
del 8 de marzo en CDMX es simple, acabar con el pacto patriarcal que ejerce
violencia de distintos modos hacia la mujer. Violencia que en las últimas
décadas se ha incentivado en diversas regiones del país, en coincidencia con
una doctrina económica que se reclama liberal, la cual concibe sujetos
depredadores, que no conocen de límites ni marcos trascendentes (ética,
humanismo, nación, protección del medio ambiente) Por eso mujeres humilladas,
golpeadas, violadas, asesinadas. El ámbito donde ocurre la mayoría de estos
actos de violencia es la familia. Fue el padre o el hermano, el tío o el primo,
el esposo o la pareja. Dentro de este núcleo, la madre o la hermana también
ejercen violencia a las de su género. Fuera de la familia, el jefe laboral o el
mentor académico ejercen violencia hacia la mujer. Las fiscalías y el Poder
Judicial están rebasados por esta violencia, pues se considera que la mayoría
de los casos denunciados quedan impunes.
Creo que cada hogar tendría que
abrir una conversación sobre el tema, aunque no haya presentado este cuadro de
agresiones. Si los hubo y los hay, es momento de parar esos agravios y de pedir
perdón, de entregarse a la autoridad si el agravio es irreparable.
No es fácil esta modesta
proposición porque el sistema patriarcal tiene otras estructuras u
organizaciones. El pacto patriarcal es reforzado en distintas iglesias que se
edificaron sobre el patriarcado. Las empresas se construyen a imagen y semejanza
del patriarcado. En las grandes es de destacar el apellido del patriarca, como
Azcárraga, Bailleres, Servitje, entro otros. El alcance del patriarcado
traspasa los límites de la familia nuclear y no explica por sí mismo la
violencia hacia la mujer.
Pero no vemos un movimiento
feminista contra las iglesias, en las grandes empresas, uno que haga marchas y
destrozos en fiscalías y juzgados. Lo que sí vimos el 8 de marzo fue una
movilización planeada y financiada, donde la causa feminista fue acompañada por
grupos de choque. El nado sincronizado de periodistas, que ayer condenaba las
marchas y demandaba represión, ahora se convierte en feminista. Esto no es
casual. La cuarta transformación ha tocado muchos intereses que sacaban jugosas
tajadas del presupuesto federal o de un trato fiscal y de contratos privilegiados.
Por eso la marcha no fue feminista del todo, sirvió de escalada para producir
un baño de sangre. El objetivo físico era destruir el Palacio Nacional. El
objetivo político era derrumbar el gobierno de AMLO. No se trató de una
confrontación del movimiento feminista con Andrés Manuel. Fue una asonada
-fallida- conducida por intereses creados (empresariales, mediáticos y de otro origen,
partidista, por ejemplo)
El golpismo seguirá buscando las
maneras de consumar su propósito. Así estaremos hasta que sucedan las
elecciones federales del verano próximo. La violencia, el terrorismo serán
detenidos en las urnas con un rotundo rechazo a la oposición moralmente
derrotada.