De qué hablamos cuando hablamos
de la sociedad civil. Compartimos la misma noción o esta ha evolucionado hacia
una distorsión que ha erosionado su significado. Al menos en México, me parece
que la “sociedad civil” se ha convertido en una especie de plataforma desde la
cual una persona, un grupo de personas demanda al Estado (gobierno) la
ampliación de derechos y/o el respeto a los ya existentes, denuncia las fallas
del Estado y exige reparación de derechos dañados. El detalle en esta consideración
es presentarse como apartidista o apolítica, en la que no cabe o se oculta el
interés de clase.
Cuando Adam Ferguson enunció la
sociedad civil (1767), con ello articuló una idea para referirse a la identidad
de individuos según su actividad económica: artes mecánicas (labriegos y
artesanos) artes liberales (profesionistas) y artes comerciales (comerciantes e
industriales). Allí se encontraba contenida la sociedad civil, en la red de
intercambios comerciales. A ella no pertenecían los clérigos, los nobles, los
cortesanos, los militares, los magistrados. La sociedad civil era de
connotación económica.
Dos hechos contribuyeron para que
el enunciado sociedad civil no tuviera una mayor relevancia en su origen.
Primero, Adam Smith, con su Investigación
de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776) aportó un
enunciado mejor aceptado, el de la economía política, un conjunto de ideas más
robusto para entender las actividades conectadas al comercio; segundo, con la
revolución francesa de 1789, a través de sus escritores políticos (Sieyès, Talleyrand,
Fouché, Guizot) se hizo énfasis en los conflictos de clase, arrebatándole
oportunidad de difusión al orden armónico implícito en el enunciado de la
sociedad civil según Ferguson.
La lucha de clases, durante todo
el siglo XIX y parte del XX se constituyó en el eje interpretativo de la
dinámica social, asociado a la crítica de economía política propuesta por Marx.
La sociedad civil quedó en el limbo durante décadas. Fue gracias a un
prisionero político del fascismo, Antonio Gransci, quien planteó en sus Cuadernos de la cárcel, una
reformulación del enunciado de la sociedad civil en fusión con el conflicto de
clases. Las clases sociales, soportadas por su posición dentro de la economía
son la base de los partidos políticos para defender intereses específicos de
clase. Es desde la sociedad civil donde se confrontan las ideas políticas,
definiendo la correlación entre la clase hegemónica y las clases subalternas.
En la sociedad civil se confrontan proyectos, se imponen o se consensan. Para
abreviar, con Gramsci la sociedad civil deja de ser una referencia
exclusivamente económica para poner de relieve su contenido político que da
soporte a la forma del Estado o de gobierno.
Ni Ferguson, ni Gramsci,
entenderían bien a bien el conjunto de ideas que incorpora el enunciado de la sociedad
civil en nuestros días. El enunciado sociedad civil no ofrece una delimitación
objetiva, es un saco donde todo puede caber. Es un coloquialismo para hablar de
minúsculas organizaciones que dicen representar a la sociedad civil, o para
referirse a movimientos sociales de cualquier tipo: ambientalistas, de
damnificados, por reivindicaciones de género, por ejemplo, ahí se ve la
sociedad civil. El contenido económico y político de clase queda invisibilizado
hasta en los mismo ¡partidos! Pues todos se reclaman ciudadanos.
Por eso la pregunta ¿Adónde
íbamos con la sociedad civil?
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