“En estos años en que tantas angustias nos oprimen no quiero repetir con el Michelet del Peuple: ‘Jóvenes y viejos estamos fatigados’. ¿Los jóvenes fatigados? Espero que no. ¿Los viejos fatigados? No lo deseo”.
Lucien Febvre
En relación con el autor del
fraseo del epígrafe, voy a considerar aquí una de las formas que adquiere la
política en tiempos de la cuarta transformación, asumida como combate por la
historia. AMLO ha sido persistente en hacer de la historia el basamento de su
proyecto político, desde el movimiento que formó y desde el gobierno que ahora
conduce. Se sitúa diametralmente en contraste con los neoliberales, para los
que la historia terminó y con ella la soberanía, la nación, el pueblo. De nada
sirven para la globalización, en la que toda pasa por el tamiz del comercio,
los contratos, las inversiones.
La noticia de una reciente
publicación, que para muchos no ha sido noticia, nos pone en contacto con el
eje articulador de la 4T: el pueblo. El libro al que me refiero es una serie de
ensayos intitulado Historia del pueblo mexicano. * Un recorrido que va
desde la invasión de los españoles al territorio mesoamericano hasta octubre de
1968.
El pueblo es presentado en las
posibilidades del significado de la palabra, que bien se puede contextualizar
en la historia de la humanidad y de las que se ponen algunos ejemplos. Así
tenemos en el siglo XX, la identificación del pueblo con la clase trabajadora
en Inglaterra (S. Todd) o con la población colonizada, los condenados de la
Tierra (F. Fanon). En el siglo XIX el pueblo llegó a ser representado por el
insurrecto de los barrios y las cercanías de París (J. Vallès). En el siglo
XVIII, el pueblo tuvo una actuación estelar con los colonos que renunciaron a
ser súbditos de la Corona Británica (A. Hamilton; J. Madison). Otra
significación del pueblo provino de las poblaciones agrarias que se rebelaron al
tenor de las proclamas de Martín Lutero en el siglo XVI (E. Bloch). Y aquí cabe
mencionar la configuración religiosa del pueblo aportada por el cristianismo y
el islamismo, que a su vez fueron paridos por la representación etno-religiosa
del pueblo elegido (Antiguo Testamento).
Ligado a ello se encuentra la
unión historia-pueblo propuesta por el republicanismo (J. Michelet) en
disposición de oponerse al planteamiento de la monarquía que fusiona la
historia con la vida del monarca. La república, además, se contrasta con la
aristocracia en la que la historia se realiza por la acción de los mejores, las
élites.
En estas breves líneas
contextuales extraídas de la historia de la humanidad, son conectores a la Historia
del pueblo mexicano. Es ésta, plantea una recreación del pueblo como una
realidad multicultural, junto a los pueblos originarios están los
afrodescendientes y, por supuesto, el crisol de acoplamientos interétnicos que
se dieron a partir de la invasión ibérica. El pueblo se representa, a su vez, con
la diversidad de género y la diversidad social. La palabra pueblo como antónimo
de la esclavitud, de la servidumbre, los fueros, los privilegios, la
discriminación, estrechamente asociados al autoritarismo. El vocablo pueblo en
congruencia con los principios de libertad, justicia, igualdad y, por supuesto,
con el régimen democrático.
Sirva lo
aquí escrito como una invitación a leer y debatir esta agrupación de ensayos
que aspiran a ser la comprensión más acabada de la 4T, la de prometer un pueblo
de pie y unido que supere la polarización heredada de políticas económicas
impuestas por agencias financieras como el FMI y BM.
*El libro fue encargado al
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Esta
edición digital (2021) se puede descargar gratuitamente del portal del Gobierno
de México. La versión física será distribuida a los normalistas, a los que José
Vasconcelos les dio el encargo vitalicio de ser los guardianes y difusores de
la historia de México.