miércoles, 23 de febrero de 2022

Hacia la revocación

“El Estado anula a su modo las diferencias de nacimiento, de estado social, de cultura y de ocupación al declarar el nacimiento, el estado social, la cultura y la ocupación del hombre como diferencias no políticas, al proclamar a todo miembro del pueblo, sin atender a estas diferencias, como copartícipe por igual de la soberanía popular… No obstante, el Estado deja que la propiedad privada, la cultura y la ocupación actúen a su modo, es decir, como propiedad privada, como cultura y como ocupación, y hagan valer su naturaleza especial. Muy lejos de acabar con estas diferencias de hecho, el Estado sólo existe sobre esas premisas,”

El Joven Marx

El 27 de enero recién, se difundió el montaje de la Casa Gris. El mensaje subliminal es congraciarse con la corrupción, nunca combatirla. Entonces todos somos corruptos, así que ni le muevan. Así reza la moraleja negativa, no edificante. En los días sucesivos, para reforzar el mensaje se recurre a intelectuales corrompidos por el antiguo régimen. Antes de cumplirse el mes, el montaje ha caído como castillo de naipes, sin demostrar el conflicto de interés.

¿Les interesa a los productores del montaje la salud de la vida pública? Ni como asegurarlo si nadar en la corrupción es estilo de vida de quienes tramaron el montaje. Por qué denunciar supuesta corrupción desde el confort ídem, eso no está aclarado en el periodismo de MCCI.

El objetivo de este ataque mediático es de desarrollo lento, se dirige a influir en el evento de democracia participativa, la revocación del mandato, a verificarse el próximo 10 de abril. Para llegar a esa fecha primero hay que retroceder en el tiempo. 20 de diciembre de 2019, el Diario Oficial de la Federación publica la reforma constitucional al artículo 35, en ella se imprime la validez del recurso ciudadano de revocación de mandato al Ejecutivo Federal. El 14 de septiembre de 2021 se publica la ley que abunda en los detalles del proceso revocatorio.

Dentro de lo barroco que se impone en el consenso legislativo son claros dos candados. Uno es el control del proceso, de principio a fin, en manos del Instituto Nacional Electoral. No obstante, el mismo INE se ha destacado como obstructor de la consulta. El segundo candado es la “legalización” de la censura -si legalizaron la corrupción, el saqueo de los bienes públicos, qué tanto es tantito- pues la ley aprobada prohíbe pronunciarse al respecto a las autoridades y a los partidos políticos.

Del chisme expuesto al fondo político oculto, la democracia es la única forma de gobierno en revisión continua, carece de cima, de lo contrario, víctima de su propio éxito comienza a regirse bajo una ley de hierro que la conduce a la oligarquía.

Por eso, ante la incertidumbre que promociona la mentira para desconfiar de todo y de todos, conviene tener presentes tres marcos de aproximación y así detectar el grado de fortaleza democrática.



El marco normativo, en el que se quisiera resumir la esencia de la democracia según la burocracia electoral y los togados del tribunal. El nomos electoral que tanto le gusta presumir a los consejeros del INE.

El marco comprensivo, en el que se desarrollan los esquemas de igualdad y justicia a través de la educación y la salud públicas, de los juicios que no demeriten el interés público ni de las personas. Todas aquella isonomía que promueve condiciones de bienestar con igualdad y justicia son componente de la democracia.

El marco trascendente proveído por la moral, entendida como una relación social. Para que haya moral tiene que haber dos, mínimo, en correspondencia de un sentido compartido de la “projimidad” que se muestra en dar atención. En valores que realizan el bienvivir, los dominios de areté. La rectitud es el componente de la democracia más inadvertido o ignorado.

La democracia es más compleja que la de por sí enredada legislación que la norma. Es el INE, la autoridad encargada de darle operatividad y funcionalidad a la norma, el que no ve la democracia más allá de la normatividad y le da una indebida elasticidad a la ley para salirse de su papel de árbitro y ser parte militante de la disputa política. Prueba palmaria de esta afirmación ha sido la oposición de consejeros electorales a la revocación del mandato. Siempre  tienen a la mano un paralogismo a modo, como Carl Schmitt.

  

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