martes, 9 de octubre de 2018

Ariadna desafía

“No es posible exigir que el nuevo Gobierno griego siga el curso del anterior -el cual, no hay que olvidarlo, fracaso rotundamente- …De lo contrario, habría que abolir las elecciones”
Alexis Tsipras

La discusión pública puede prescindir del brebaje de frivolidad y ludibrio que cotidianamente se sirve en las redes sociales. Es un deseo. También, por afán esclarecedor, sería bienvenido abstraerse de referentes que se han vaciado: derecha, centro, izquierda, siempre entonados en un perfil que se quiere progresista. Enfocarnos en un punto desde el cual extender la madeja -deshacerla- y darnos cuenta de su longitud y determinar qué se puede hacer con el hilo. Puntos para considerar.

1 La economía no es una ciencia exacta, es sí, un conjunto de convenciones sobre la distribución de la riqueza. Si las convenciones son o se hacen inoperantes, la disputa desleal por la riqueza entra en escena, como sucede con los fraudes. Incluso se puede expresar como guerra por los bienes de la Tierra, es el caso del gas y el petróleo en tiempos recientes.

2 Por su carga de subjetividad, lo que se divulga son doctrinas económicas -artículos de fe- que dictan la conducción de la política económica. Una doctrina se desarrolló desde la Economía Política, pasó por Marx y desemboco en Keynes. En esta doctrina se tenía por aceptada la fe en que, a través del trabajo, la reinversión del capital (industrial) y la técnica, la humanidad podría satisfacer sus necesidades y dispondría de ocio suficiente.

Hay otra doctrina, que reclamando el mismo origen tomó otro sendero, el de los mercados racionales y autorregulados, la cual tiene como artículo de fe mercados perfectos capaces de repararse en sus desviaciones sin necesidad que el Estado intervenga. Así, a rajatabla, los tratados comerciales tendrían que entenderse como una flagrante abjuración de la fe. Desde hace tiempo sabemos que la operación del mercado no se sostiene sin la disposición de la voluntad política. En México, la crisis bancaria desatada por el “error de diciembre” de 1994 requirió de la intervención del Estado para “superarse”. Todavía ahora mismo se sigue aportando dinero público al salvataje de los bancos privados, siendo que ya están sanos y aportando dividendos a sus casas matriz. Lo mismo ocurrió en otras latitudes en el año 2008. El gobierno de Obama rescató al sistema bancario. Esta doctrina dominante, la llamada monetarista o neoliberal, carece de dos brújulas.


3 La brújula ética. Como culto a la codicia esta doctrina no distingue en la práctica el dinero sucio, el mal habido. A diario se intercambian mercancías, se dispone dinero, sin verificar si esas operaciones tienen un hilo que lleve a la comprobación de actos criminales, corrupción, extorsión, fraude. Lo “cáido, cáido”.

4 La brújula ambiental. La doctrina económica dominante ha tenido una orientación depredadora. El cambio climático es su fruto podrido. Constructoras, compañías dedicadas a la deforestación, la industria de hidrocarburos y mineras, han transformado la faz del planeta. Pero es más fácil culpar al gobierno de turno permisivo, que le da la vuelta a la ley o la aplica con rigor encarcelando campesinos por delitos ambientales.


5 Eso no es todo. La doctrina dominante ha capturado la democracia electoral. El personaje o el partido ganador es sometido a una presión tremenda si ha sustentado durante la campaña opiniones doctrinales contrarias al neoliberalismo. Es el caso de Andrés Manuel López Obrador y tendrá que encontrar el hilo de Ariadna. Él accederá al poder sobre un terreno minado. Cualquier movimiento fuera de los límites de la doctrina y se puede dar un estallido económico. Son pocos los correligionarios de AMLO que son conscientes de esta situación (Ebrard, Esquivel, Sánchez Cordero, Urzúa) Y no es un pretexto para la parálisis en el comando del gobierno entrante, sino un acicate para refrendar compromisos mandando con el ejemplo.
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