martes, 15 de agosto de 2017

Apunte a la XXII

Al dueño del circo no le crecieron los enanos ¡Misión cumplida! La asamblea del PRI celebrada en el Palacio de los Deportes el pasado fin de semana fue concisa y de poco margen para la especulación. Por si alguien no lo tenía confirmado, los sectores campesino y obrero totalmente aplanados, no dan ni para una nota de color, sólo sobreviven como parte del ritual escenográfico. Ajenos a la deliberación. Frente al pragmatismo desbocado, los estatutos y los principios, el programa, son cosa menor: es el momento presente no la visión de futuro lo que impulsó las definiciones. Nada que ver con el conjunto de la sociedad, ni eso de tomarle el pulso a la ciudadanía. El depredador, quiero decir, el pragmático vive en presente continuo.

El mensaje fue compacto y de un solo destinatario: los grandes inversionistas. Son dos las definiciones, a la vez complementarias, las que sustentan la afirmación planteada. La declaración de guerra al populismo lanzada por el “flotillero” Enrique Ochoa Reza, presidente formal del PRI. No es la corrupción, la inseguridad, las carencias en educación y salud enemigos públicos. Esa declaración de guerra agrada a los verdaderos hijos predilectos del nuevo PRI.

Se participa de la fobia al populismo previamente difundida en los medios y en las redes, avalada por académicos e intelectuales. Si uno sale a la calle o al campo, al preguntarle a la gente sobre sus adversidades reales la respuesta no incluye al populismo. Su preocupación está en estirar el ingreso, en conseguir a la brevedad una urgente consulta médica, en alcanzar un lugar en los servicios de educación pública, en las precauciones para no ser víctima de la delincuencia. Es raro que mencionen al populismo, menos que lo consideren su enemigo. Pero Ochoa Reza señala al populismo como el mal a combatir en primer lugar. A quién la interesa esta definición; el inversionista.


La otra definición que apunta en el mismo sentido es la modificación estatutaria que abre las candidaturas para los no militantes del PRI. Una definición para engañabobos, pues de alguna manera el candidato sin partido tendrá una identificación o predilección por el PRI. Una verdadera perogrullada. Por eso el día de la asamblea el apartidista José Antonia Meade Kuribreña se dejó cachondear por las bases. La sustancia está más allá de la condición partidista, el mensaje claro es garantizar a un tecnócrata para la presidencia después de la declinación de Luis Videgaray. A quién le interesa esta definición: al inversionista.


Nada más terminó la asamblea XXII y de manera fulminante pasó a la oscuridad cuando los reflectores alcanzaron a Emilio Lozoya Austin, para que las audiencias atendieran otro caso de corrupción anunciado.
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