Al ver la nota en El Universal no da lugar para el asombro sino para la confirmación. La confirmación de que Felipe Calderón está muy lejos de ser el presidente que México necesita ¿Cómo está eso de aceptar una invitación del PAN local en Michoacán para conmemorar el XX Aniversario Luctuoso del Licenciado Luis Calderón Vega? (El tema del aniversario luctuoso también lo retomó La Jornada y Milenio Diario el mismo lunes 7 de diciembre)
Sí, se sabe que don Luis fue su padre, pero la estatura que se le propone es la de un amigo, un familiar, dable en un encuentro privado. Pero hacer un acto público partidista para honrar al que fuera padre del presidente Calderón como que las circunstancias no están para eso. Como si la administración de Calderón fuera un ejemplo a seguir, merecedora de enaltecer los genes de tan incapaz Presidente. Porque de eso se trata, hacer autoelogio aunque sea indirectamente.
Lo que son las ganas de generarse ambientes y audiencias a modo, cuando el país está que arde, pues las manifestaciones de inconformidad se reproducen: ya no son sólo los padres de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, reclamando justicia por sus hijos muertos; ni los trabajadores del SME despedidos de su empres; se manifiestan también los deudores de la Banca, los ciudadanos de Ciudad Juárez y de Tijuana por el fracaso de la lucha anticrimen. Por distintas causas se nutre el contingente de la inconformidad. Incluso por otros medios, sin salir a protestar a la calle, la prensa ha sido vehículo para señalar la tardanza de Calderón para proponer al gobernador del Banco de México, al grado que se ha creado una corriente de opinión para respaldar un nuevo periodo para Guillermo Ortiz, el actual gobernador. Hay decisiones que retrasarlas es casi dejar que se pudran, ejemplo, el destape de Luis Donaldo Colosio.
Pero al Presidente parecen interesarle los ambientes rosas con olor a sacristía, muy del estilo de los meones de agua bendita, gozando la autopurificación que se brindan entre fariseos. Y no extrañe que a algún lambiscón se le ocurra solicitar a la jerarquía católica la beatificación del extinto Calderón Vega. Desde tiempos de Vicente Fox y en complicidad con la Iglesia católica se ha abierto, sin debatir, un proceso para incorporar al movimiento cristero como parte del bagaje e identificación de la historia nacional. Pero no se dice que los alcances de ese movimiento eran muy limitados, por no decir que retrógrados. Uno de sus personajes, ese sí famoso –relativamente- Anacleto González Flores, proponía como régimen político y social a emular la Edad Media. Nada que ver con la modernidad, estamos de acuerdo.
Pero ese movimiento complace a algunos panistas, esos revoltosos si son legítimos. Por eso no extraña que Felipe Calderón despreocupadamente dedique cincuenta minutos para recordar a su padre, que no está mal, y suelte algunas barbaridades cuando dice que a su padre en algún momento de sus andanzas cristeras “le sorprendió de frente un contingente de federales”. Esos federales no son lo que hoy conocemos como el Ejército negro de Genaro García Luna. Son el Ejército Mexicano del cual es hoy comandante en jefe Felipe Calderón. Ejército Mexicano que fue agredido por los cristeros como hoy lo es por el crimen organizado por otras razones. Ejército Mexicano que gracias a Calderón hoy es acusado de excesos contra la población civil porque el Presidente lo involucró en la lucha contra el narcotráfico.
Mucha revoltura hay en la cabeza de Calderón.
En fin, vivimos tiempos complicados para una joven democracia. Es claro que si queremos que este país mejore ya no es suficiente el voto, es ineludible la movilización social. De otra manera, los que actualmente dicen gobernar seguirán aferrados al poder.