No es con banderitas, boicot,
memes y nacionalismo como se puede detener a Donald Trump. Esa es una
estrategia folclórica. Tampoco puede dársele el beneficio de la duda, como lo
hace Carlos Slim y otros más. En México vivimos un
Estado debilitado, con un
liderazgo pasmado. Fue el presidente Peña Nieto el que le ofrendó el primer triunfo
a Trump (31-08-2016) al invitarlo a México y darle trato de jefe de Estado
siendo apenas candidato republicano. Se volvió a meter la pata cuando se nombró
a Luis Videgaray secretario de relaciones exteriores con el único fin de llevar
la fiesta en paz con el entonces presidente electo de los Estados Unidos
(05-01-2017) Posteriormente, la comisión que se organizó para darse a entender
con el ya presidente en funciones fue un fracaso. Trump no negocia, se impone.
Y el pasmo sigue.
Hay que empezar por relevar a
Videgaray, lo que no funcionó. Establecer alianzas con todos los descontentos
al interior de los Estados Unidos y que están en contra de Trump. Establecer
alianzas con otros Estados que no están dispuestos a hacerle el juego al
empresario presidente. No se trata de declarar la guerra, nada más no dejar
crecer, disminuir su capacidad de hacer daño. Ya hizo su primera escalada
militar en Yemen ¡Ni una más!
La memoria histórica de una
experiencia internacional nos sirve para darnos cuenta de que hay que contener
a líderes que amenazan la paz mundial. Tres meses le bastaron a Hitler en 1933
para hacerse del control de Alemania, con poderes plenos, sin trabas legales.
El 21 de marzo de ése año estableció el primer campo de concentración en Dachau.
En ése entonces referidos como centros de trabajo o fábricas, según Primo Levi.
Nadie dijo nada; seis años más tarde, en agosto de 1939, se firmó el pacto de
no agresión entre Hitler y Stalin. El líder soviético lo hizo para velar por
los intereses nacionales (Dos años le duró el gusto, las tropas alemanas
invadieron la URSS) El primero de septiembre de ése año Alemania invade
Polonia. Nadie dijo nada; potencias como el Reino Unido y los Estados Unidos no
reaccionaron sino hasta después. Con la invasión de Noruega en 1941 los
británicos se dieron por aludidos y no podían seguir contemporizando. Los
Estados Unidos esperaron hasta el ataque de Pearl Harbor de parte del imperio
de Japón, diciembre de 1941. Pasaron nueve años para constituir un real frente
anti-hitler.
Para qué esperar el
desbordamiento de una guerra, que México se convierta en la Polonia de Trump.
Es imprescindible hacer acopio de las disposiciones de derecho internacional
para acotar a un personaje aldeano que se limita a una proclama: “America first
and only America first”.