Concluye una semana oscura para
el grupo gobernante, el presidente Peña Nieto y su equipo. Qué paradoja, fue la
semana de la transparencia, un festival desatendido.
Aquí voy a tratar lo oscuro, el
apocamiento de lo público por lo privado. Para no caer en los extremos
mediáticos, ultras, de la aclamación y la descalificación, reconstruyo una
disquisición bastante conocida, de manera simplificada, sobre los principios-guía del mundo Occidental.
Qué principios han unificado, orientado, con cierta eficacia y revocación, a la
sociedad, la economía, el arte, lo público, lo privado.
El principio religioso montado
sobre el nacimiento, la pasión y muerte de Jesús. Una instrucción para la vida
terrenal y la esperanza de la salvación. Convocatoria a una comunidad amorosa entre
la humanidad no exenta de crímenes, expoliaciones y atentados en contra de la
persona. Adscribirse a esta devoción certifica la validez de la actividad política,
económica, de los pueblos y la familia (Nótese, no uso la palabra Estado,
tampoco mercado)
Sin necesidad de abolir el
principio religioso se fue construyendo el principio político de la soberanía
del Estado, una nueva fuente de sanción de las actividades humanas. Sustituir
el principio religioso por el político requirió siglos y no se consumó en su
totalidad. Baste darse cuenta que uno de los constructores de éste segundo
principio, quien ya utilizaba la expresión Estado, al referirse al Estado
eclesiástico se puso de rodillas y pasó al siguiente capítulo (Nicolás
Maquiavelo) Tan difícil la separación de las primeras formas del Estado moderno
que éstas sucedían por motivos religiosos. Fueron necesarias revoluciones,
guerras de independencia, alzamientos civiles, para que se impusiera el
principio político.
No bien terminado de establecerse
este principio político y ya había iniciado la construcción del principio
económico del libre comercio. En una de sus primeras elaboraciones no negaba la
mano de Dios y la necesidad del Estado (Adam Smith) La audacia de darle
prioridad al principio económico provino de su crítica, al afirmar a la
economía como factor determinante del Estado y demás superestructuras
ideológicas, incluida la religión (Karl Marx) Así, el principio político de la
soberanía del Estado campeó a sus anchas los siglos XIX y XX. Fue el Foro
Económico Mundial de Davos, Suiza, la cabeza de la cruzada para encumbrar el
principio del libre mercado. Principio bajo el cual vive la humanidad, con
mayor o menor intensidad. Un principio que no reconoce soberanía y evade los
Evangelios, ni reconocer límite sólidos frente al uso de los recursos naturales
y con límites laxos frente a las actividades delictivas.
Lo hasta aquí escrito no es un
rodeo, es plantear la condición de principio exhibida en la semana mencionada
al inicio, en específico, la subordinación de lo político a lo económico.
Primera exhibición: La fotografía
de tres personajes, profusamente difundida en las redes y algunos medios de la
prensa escrita. En ella el empresario mantiene una mirada amenazante y clava
sus dedos en las costillas del gobernador. Gobernador manoseado con los brazos
alzados, sin ánimo de defenderse, imagen de la vulnerabilidad. El burócrata que
testifica el encuentro sin mostrar alarma, mucho menos indignación.
Segunda exhibición: la posición
del General encargado de las Fuerza Armadas siempre tiene un perfil de
estadista, lo que dice tiene peso y por eso se evita el desgaste de su palabra,
expuesta en el contexto de una ceremonia afirmativa de la soberanía del Estado.
El general Salvador Cienfuegos, pudo usar el sistema público de radio y
televisión o convocar a una conferencia de prensa para plantar una posición
oficial, pero se rindió ante una televisora privada al darle la exclusiva de
una entrevista. De la entrevista dispuesta para exponer su negativa al
escrutinio de agentes extranjeros sobre el Ejército, salta la expresión “mis
soldados”. Pero los soldados del Ejército son del Estado mexicano, no son parte
de la hacienda del señor secretario.
Tercera exhibición: la firma del
acuerdo transpacífico, el nuevo venero de la abundancia, las reformas
estructurales y la suma de tratados comerciales suscritos con anterioridad no
han sido suficientes para impulsar la economía. Ildefonso Guajardo firmó un
compromiso comercial (TTP) a nombre de México, acuerdo sobre el cual no ha
informado de manera pormenorizada. Un acuerdo puesto en términos estrictamente
comerciales, ignorante de sus ribetes políticos. Y ahí está lo desestimado que
hace más oscuro el acuerdo ¿Cuáles son las implicaciones geopolíticas? Lo sabe
el secretario o no lo sabe. Si no lo sabe es un irresponsable.
Vale inquirir. Qué es más
importante en el actual gobierno y para la clase política, el principio de soberanía
del Estado o el de libre comercio.