“Ninguna persona de claro
entendimiento negará que tener antecedentes marxistas o un origen mosaico
encierre en sí la sospecha de un acto punible.”
Karl Kraus
El sábado 30 de mayo se manifestaron
sobre ruedas, en varias ciudades del país, un conjunto de ciudadanos atendiendo
a la convocatoria de una organización de ultraderecha. El número de
participantes, sus consignas antidemocráticas, todos los dislates que pusieron
en pancartas y circularon en redes, no son suficientes para negarle atención al
hecho de esta movilización. Sin ignorar su pequeñez, merece un análisis
provisorio y preventivo. Por ello, a continuación, sugiero dos esquemas para
poner al alcance de quien esto lee, las posibilidades nefastas de esa protesta
motorizada. Su ansia golpista releva sus máscaras.
Un diagrama se refiere al
nacional socialismo, los nazis, una descripción esquemática de algunas características
de la fuerza política fundada en 1920 por Hitler en Múnich, Alemania.
El otro esquema representa los
fascios de combate, organización seminal del partido nacional fascista fundado
por Mussolini en 1921 y formado por los cientos de combatientes italianos desmovilizados
al finalizar la Gran Guerra.
Si se proyectan estos diagramas
para significar la protesta sabatina, encontraremos que la organización de
grupos de choque no es todavía una característica que distinga a la muelle
marcha citada. Lo que si tiene semejanzas diagramáticas es la emisión de
noticias falsas (AMLO no es mexicano), la promoción del Golpe de Estado (fuera
AMLO) y el anticomunismo (AMLO nos lleva al comunismo). El contenido racista no
fue evidente en las consignas por el hecho de que esa manifestación queda
reservada, hasta ahora, para efectos de la vida privada y permanece oculta en
la esfera pública. En México no hay racismo, dicen. Pero todos hemos
escuchados como el uso de manera despectiva las palabras como “indio”, “prieto”,
“naco”, “chúntaro”, es corriente.
El que esta ultraderecha sea una
minoría de minorías no niega que sea un riesgo para la democracia. Hay conjuntos
socio-ideológicos más amplios. El anticomunismo puede ser elemento de atracción
para católicos, tanto como para liberales. Los católicos terminaron rendidos
frente a Mussolini (Pactos de Letrán, 1929) Los liberales terminaron apoyando
el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile (1973)
Pese a que el bloque comunista
colapsó con la caída del Muro de Berlín (1989) el anticomunismo se recicla, se
mantiene como ideología, latente o activa, de acuerdo con las circunstancias. Las
políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador son la circunstancia para
el reciclaje ideológico. En ningún discurso o texto se encuentra el propósito
de establecer una economía soviética. No hay planes de expropiación, de
eliminación de la propiedad privada, de instaurar consejos obreros de fábrica,
ni de colectivización de las actividades agrícolas ¿De dónde sacan la amenaza
comunista? Lejos de esa interrogante, de ese supuesto, lo que emerge es la
controversia al interior del propio capitalismo: crecimiento económico con
concentración de la riqueza o crecimiento con distribución.
El ejercicio de una política distributiva
no es una idea original de AMLO. Después
de sufrir dos guerras mundiales estaba claro para la mayoría de las naciones esa
ruta. Roosevelt y su New Deal en Estados Unidos. El laborismo británico
como vía hacia el bienestar que alguna vez se enunció en la frase de la cuna
a la tumba. La socialdemocracia encabezada por Olof Palme, que hizo de
Suecia un país a emular. América Latina también adoptó ese camino de la mano de
Lázaro Cárdenas, Juan Domingo Perón y Getulio Vargas.
Entonces sí está muy claro de que
no existe una inminente amenaza comunista sobre México ¿Qué es lo que sí existe? La
clausura de un conjunto de rentas institucionales con costo al erario y que
profundizaban las desigualdades sociales. Eso no les gusta a quienes se
beneficiaban de ordeñar la riqueza pública.