viernes, 20 de enero de 2023

Intubados

Este verano traerá dos procesos electorales, en Coahuila y Edomex respectivamente. La disyunción que se abre es clara: MORENA continua en la tendencia de nuevo partido hegemónico o, en contrario, la oposición logra contener la marea guinda provisoriamente, en la antesala de la confrontación electoral mayor del 2024, de elecciones federales y locales.

Por lo pronto, visualicemos el estado actual de la oposición partidista a más de cuatro años del ascenso de Andrés Manuel López Obrador. Esta oposición de los partidos no cuenta con un cuerpo de ideas común debidamente difundido. Están unidos por la aversión común hacia el presidente AMLO. Al unísono, están pasmados ante la falta de renovación de sus propios institutos, lo que los conduce a operar acciones incapaces de devolverles el aprecio popular que alguna vez llegaron a tener, cuando el Pueblo estuvo en el radar de sus atenciones. Los tres dirigentes al frente del PAN, PRD y PRI, hacen poco por resolver el deterioro de sus partidos.

Alejandro Moreno actúa para sí mismo, la incontinencia por la cirugía estética es un síntoma. Él es un desconocedor absoluto de su partido, signo del depredador que vive en el momento sin acunarse en la historia. Esto lo inhabilita para devolverle al antiguo partido a sus años de esplendor y arrastre que le proporcionaron las corporaciones gremiales. Ese PRI desmantelado por la tecnocracia, esmerada por desaparecer todo vestigio “populachero” del partidazo. Lo lograron y así les ha ido; Marko Cortés pertenece a la horneada de panistas distanciados de los principios fundadores de su partido. Jóvenes panistas que, aleccionados por la tecnocracia, aprendieron a cohabitar en el poder con el PRI y en su desorbitada ambición inmobiliaria. El PAN sobrevive en los enclaves de la derecha, sin alcanzar lo que en su nombre proclama. El Bajío es su nación; Jesús Zambrano está al frente de un partido desfondado por el tsunami obradorista, ahora se limita a fungir como chambelán para la foto de la coalición Va por México, en calidad de lejanísimo pariente pobre. El PRD alguna vez se quiso constituir en el sustituto del PRI de la vieja guardia. En verdad desando su propósito.

Con este elenco la oposición partidista la tiene muy cuesta arriba. Pero mirado con atención se aprecia que la oposición no sólo se significa en el sistema de partidos. Fuera de este sistema la oposición se ha recreado en los medios de comunicación. Una situación ventajosa pues queda casi fuera de las normas electorales, amparada robustamente por la disposición constitucional que garantiza la libertad de expresión y con una disponibilidad de recursos de inversionistas a los que difícilmente, o con trabajos, se les puede imputar delito electoral (considérense que el mayor delito electoral de los últimos tiempos, el ingreso de aportaciones del extranjero que atrajo el grupo de los Amigos de Fox no tuvo las rigurosas sanciones de ley que se merecía ¡Ah, el glorioso INE!)



Es a los medios que los partidos opositores se encuentran intubados -resabio lexical de la pandemia- y en ellos cifran sus esperanzas de vida. Nada más para que se calcule. Cinco días a la semana la mañanera ocupa alrededor de dos horas por día. Los corporativos mediáticos están en un orden de exposición de ataques al gobierno 7 x 24. Lo que cierto marxismo descontinuado llamó aparatos ideológicos, lo que en teoría de la comunicación se denominó Mass media, se han convertido en la maquinaria de guerra más eficiente en contra de la 4T.

Para dejar claro, clarísimo, el núcleo de esta argumentación La marcha opositora del 13 de noviembre del 2022 no fue un logro de los partidos de oposición, fue una demostración de poder de los medios de comunicación.

La mediocracia es real, una suplantación ominosa de la democracia.

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