miércoles, 12 de noviembre de 2008

Desafíos


Como ya se comentó, hay nuevo encargado de despacho en gobernación. Fernando Gómez Mont, panista de cepa, tomó el cargo el lunes pasado. Una decisión presidencial urgida por la realidad, fuera del esquema previsto por Felipe Calderón.

A Gómez Mont no sólo le corresponderá, si se lo ordenan, comandar al gabinete. También le corresponderá conducir la relación del Ejecutivo con los otros poderes, el Legislativo y el Judicial. Con los gobernadores, los partidos y los municipios, sin faltar las expresiones de las sociedad que incidan en su quehacer. Con eso ya tiene para entretenerse.

El perfil que se le ha dibujado, aparte de su raigambre, es el de abogado litigante, con experiencia parlamentaria, discípulo de Diego Fernández de Cevallos. Al nuevo secretario de gobernación se le reconoce ampliamente relacionado con la clase política, sin abundarse acerca de su decisión de alejarse del servicio público para dedicarse al ejercicio privado de su profesión.

Fernando Gómez Mont enfrentará, como nunca en su vida, la responsabilidad en la toma de decisiones para un México que no ha terminado de consolidar sus cambios y que por lo mismo se debate en la lucha abierta, tanto como en la soterrada, de sus élites. Ser líder sin ser protagónico, que no son lo mismo. Y lo más difícil, ser superior a su jefe sin que ello represente opacarlo.

Por qué esto último, porque Felipe Calderón ya dio de sí en sus posibilidades de actuación. La pérdida de Mouriño, al que no le ha escatimado encomios, devela que el Presidente ha perdido a su otro yo, aquél que lo motivaba a seguir adelante con alegría y coraje. Ahora se aprecia a un Presidente triste y ensimismado.

Pero poco podrá hacer el secretario de gobernación si la clase política, los empresarios, las iglesias, las organizaciones gremiales y los medios no lo secundan críticamente, es decir, disentir y colaborar. No sólo se tiene la lucha en contra del crimen organizado, también la recesión económica que no acepta metáforas de barcos de gran calado, ni de catarritos.

Aunque no haya sido su opción, si se le compara con las comodidades propias del ejercicio de la abogacía que recién abandonó, a Gómez Mont le corresponde agarrar al toro por los cuernos. Y en este mes, si acaso hasta fin de año, tendrá que demostrar de lo que está hecho.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sentimental


Pasan los días del espantoso deceso de nueve servidores públicos. En el transcurso no se encuentra el punto de contacto efectivo entre la comunicación oficial sobre el desastre del Learjet y lo que piensa la gente sobre lo sucedido, lo que espera de la acción gubernamental. Está, sí, la recopilación de testimonios hecha por El Universal. Un registro demoscópico divulgado, el de María de Las Heras en Milenio Diario. Las conferencias de prensa del secretario de comunicaciones y transportes, Luis Téllez.

No sólo murió Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos, altos funcionarios directamente involucrados con la seguridad, sino que su deceso se desplegó como bola de fuego sobre la vialidad cercana a la residencia presidencial de Los Pinos. Por escasos dos kilómetros, y segundos, no se tuvo la puntería del atentado terrorista de 11 de septiembre del 2001 sobre las Torres Gemelas de Nueva York.

Qué es lo que se ve. Un Presidente sentimental, dolorido infinitamente por la pérdida de su amigo. Felipe Calderón ha ofrecido tres alocuciones fúnebres a su fiel colaborador Mouriño, la última el domingo pasado, ayer, donde lo que se destacó fue el regaño a sus correligionarios de Acción Nacional. El lamento presidencial con trabajos puede dar forma a una orientación institucional, la herida sentimental es más fuerte. A pesar de ello, lo sucedido, ya sea debido al azar o a la conspiración del crimen organizado, ha golpeado a la institución presidencial, la ha exhibido en su fragilidad.

Extraña que, aparte del mismo Presidente, el otro rostro que se le ha ofrecido a la opinión pública es el de Luis Téllez. No aparece el encargado de comunicación de la presidencia, tampoco están las figuras del secretario de seguridad pública, ni del procurador, se les aprecia marginados. Rogando, se confía en la investigación que conduzca a una definición técnica de la desgracia, aunque en el fondo se tengan presunciones de un sabotaje. Tal vez no se da mas luz para no alertar a los perpretadores, ni alarmar a la sociedad.

Por cuanto tiempo Felipe Calderón llevará su duelo es un asunto estrictamente personal. Lo que no se puede diferir son las acciones gubernamentales que neutralicen el ambiente de inseguridad que se ha esparcido por todo lo ancho y largo del territorio nacional. ¿Acaso habrá que esperar los once de meses de investigación que comprometió Téllez? El país no los aguanta. ¿Arrojará algún resultado el proyecto de inteligencia Plataforma México? Es de dudarse.

Y dentro de todas las dificultades que tiene el gobierno actual (la crisis financiera global, la creciente fuerza de la oposición, etc.) sólo una es directamente atribuible a su resorte: la enquistada descoordinación del aparato público que se heredó del foximo. Este obstáculo no se resuelve con regaños, ni con spots, sino con un brazo derecho capaz de cohesionar en la acción al gabinete.
Esa es la tarea de Fernando Gómez Mont, nuevo secretario en gobernación.

Por el bien del país, se le desea suerte a Gómez Mont.
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