Como ya se comentó, hay nuevo encargado de despacho en gobernación. Fernando Gómez Mont, panista de cepa, tomó el cargo el lunes pasado. Una decisión presidencial urgida por la realidad, fuera del esquema previsto por Felipe Calderón.
A Gómez Mont no sólo le corresponderá, si se lo ordenan, comandar al gabinete. También le corresponderá conducir la relación del Ejecutivo con los otros poderes, el Legislativo y el Judicial. Con los gobernadores, los partidos y los municipios, sin faltar las expresiones de las sociedad que incidan en su quehacer. Con eso ya tiene para entretenerse.
El perfil que se le ha dibujado, aparte de su raigambre, es el de abogado litigante, con experiencia parlamentaria, discípulo de Diego Fernández de Cevallos. Al nuevo secretario de gobernación se le reconoce ampliamente relacionado con la clase política, sin abundarse acerca de su decisión de alejarse del servicio público para dedicarse al ejercicio privado de su profesión.
Fernando Gómez Mont enfrentará, como nunca en su vida, la responsabilidad en la toma de decisiones para un México que no ha terminado de consolidar sus cambios y que por lo mismo se debate en la lucha abierta, tanto como en la soterrada, de sus élites. Ser líder sin ser protagónico, que no son lo mismo. Y lo más difícil, ser superior a su jefe sin que ello represente opacarlo.
Por qué esto último, porque Felipe Calderón ya dio de sí en sus posibilidades de actuación. La pérdida de Mouriño, al que no le ha escatimado encomios, devela que el Presidente ha perdido a su otro yo, aquél que lo motivaba a seguir adelante con alegría y coraje. Ahora se aprecia a un Presidente triste y ensimismado.
Pero poco podrá hacer el secretario de gobernación si la clase política, los empresarios, las iglesias, las organizaciones gremiales y los medios no lo secundan críticamente, es decir, disentir y colaborar. No sólo se tiene la lucha en contra del crimen organizado, también la recesión económica que no acepta metáforas de barcos de gran calado, ni de catarritos.
Aunque no haya sido su opción, si se le compara con las comodidades propias del ejercicio de la abogacía que recién abandonó, a Gómez Mont le corresponde agarrar al toro por los cuernos. Y en este mes, si acaso hasta fin de año, tendrá que demostrar de lo que está hecho.
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