lunes, 1 de diciembre de 2008

PANgobierno


El balance que se hace de los primeros dos años de gobierno del presidente Calderón está expuesto a dos grandes focos rojos, la economía y la seguridad.

Del primero habrá que decir que Felipe Calderón y sus colaboradores cercanos no quisieron anticiparse o no vieron la recesión mundial que se anunciaba desde hace dos años. La confianza excedida de que las cosas en lo económico tenían la conducción correcta hoy no parece tan firme. Contra la aspiración de ser el presidente del empleo por la vía de la oferta y la demanda, el gobierno le apuesta a la construcción de infraestructura y a una disposición del presupuesto social para sortear el difícil entorno económico.

La cuestión es si se cuenta con la administración adecuada para llevar a buen puerto el plan anticrisis. El supuesto que legitimó el arribo del PAN como primera fuerza política era su bandera anticorrupción. No se puede afirmar que esa bandera siga ondeándose, desde Vicente Fox esa bandera fue arriada, está arrumbada. Un ejercicio responsable, sin desviaciones de los recursos públicos sería ya un gran avance para enfrentar la crisis.

No menor importancia tiene para el gobierno mantener una economía orientada a garantizar la salud de las grandes empresas y la persistencia de las prácticas monopólicas para las cuales el keynesianismo de hogaño es bienvenido. No es creíble que Héctor Rangel Domene, flamante responsable de Nacional Financiera y del Banco Mexicano de Comercio Exterior, tenga el conocimiento, la inteligencia y la emoción para promover y consolidar una estructura basada en la micro, pequeña y mediana empresa, no tiene los antecedentes, su experiencia y su visión está a favor de las cúpulas empresariales. El exdirectivo de BBV Bancomer ha llegado al puesto con el mayor sigilo, a hurtadillas. No es para menos, tanto denostó el servicio público que alguna explicación debe dar por la aceptación del encargo. Si Rangel Domene está ahí es para garantizar la viabilidad de los de siempre.

El otro foco, el de la violencia del crimen organizado está más que encendido. El buen propósito de combatir al crimen organizado se ha revertido contra Calderón. Y no es sólo mala suerte, se trata de un desconocimiento en el origen de esta guerra, del grado de infiltración del aparato público de seguridad responsable de combatir este flagelo.

Violencia y recesión son el miedo de la sociedad entera, ese es el otro balance que marca a la gestión calderonista. Miedo no es debilidad, es instinto de sobrevivencia ante instituciones disminuidas, que orilla al ciudadano a gritar ¡Sálvese el que pueda!
Sería injusto hacer un balance como juicio sumario al presidente Calderón. Lo correcto es hacer el balance del sistema PANgobierno con ocho años en el poder. Son los panistas, como corriente ideológica y parapeto de grandes intereses empresariales y de corte religioso, corresponsables de los éxitos y fracasos del presente. Por eso, fuera de su papel institucional, los ha regañado el Presidente.
El pleito de familia es otro factor que hace más difícil la conducción del gobierno, que no se ventila siempre abiertamente sino por periodicazos. Es el pleito de familia, no la oposición del PRI o del PRD lo que enturbia aún más el entorno adverso.
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