lunes, 8 de abril de 2019

Corrupción y desigualdad

No se a ustedes, pero a mi me han parecido cuatro meses del nuevo gobierno muy energéticos. La modorra de las administraciones que lo antecedieron, el exceso de relumbrón a falta de sustancia de interés público, como en un eterno diálogo entre el presidente de turno y los grandes empresarios sin agregar otros jugadores. Las conferencias de prensa entre semana y los mítines de viernes a domingo son una forma de actuar/comunicar que el presidente López Obrador va patentizando como sello de su gobierno. En ello le va el propósito de cimentar la cuarta transformación.


Todo cambio trae afectaciones, disensos. Con más razón cuando el poder político se acerca más a un modelo democrático, que si se aleja de él. La austeridad hasta ahora observada en el ejercicio de la publicidad oficial, que incide en la economía de los medios de comunicación, tiene un efecto sensible en el contenido informativo y de opinión. La crítica, no pocas veces envuelta en mordacidad, crece. El tono laudatorio disminuye. Se aprecia una administración de la información gubernamental que tiene como canal principal a la misma presidencia. Ante esta situación, el gobierno federal ha recurrido a informar a través de los medios característicos de la tecnología de internet. Ahora, si uno quiere la información de primera mano que genera diariamente la actividad presidencial y en tiempo real, en YouTube se le puede encontrar.

Los noticiarios de radio y televisión, la prensa, ya no tiene la primicia de la verdad oficial a través de la voz o la pluma seleccionada previamente. Hay una asamblea de periodistas cada mañana, hay asambleas con los ciudadanos, en las que el interlocutor con esos colectivos es el presidente. La información se distribuye sin distingos y la prensa está en su mejor coyuntura para superarse. Sabe que no puede confiarse en la publicidad oficial para sustentar su economía, la base de su actividad profesional.

Lo importante es que los medios ya no se sienten obligados al acompañamiento de complacencia y se emplean a fondo en el ejercicio de la libertad de prensa. Está en la selección informativa de las audiencias, de los ciudadanos, otorgar o no fe a la información que se le proporciona de uno y otro lado. Quién se alza con el torneo de la credibilidad es el nombre del juego. Las complicidades, los favores recíprocos están en un estado de atonía.

Dos temas a lo largo de este sexenio en la lisa: la corrupción y la desigualdad. En ellos encontrará la prensa, ya encuentra más bien, los asuntos con los cuales cotidianamente pone a prueba las afirmaciones presidenciales. Sobre el primero se verán desfalcos de mayor calado. El reportaje de “La Estafa Maestra” (2018) del portal de noticias Animal Político – asistido por la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad- revela cacahuates (Francisco Barrios dixit) cuando el periodismo de investigación busca los lingotes de oro en la contratación de obra pública, de infraestructura, de la SCT, tanto como de las empresas PEMEX y CFE. Doctorados en la extracción de recursos públicos relucen. Una investigación que abarca la serie sucesiva de modificaciones sucesivas a las leyes que facilitaron el saqueo de recursos públicos de manera “legal” con la signatura de contratos leoninos.


Asociado a esta el tema de la desigualdad en tanto el enfoque del gobierno corre por dos vías: el combate a la corrupción y la redistribución presupuestal. Existe una doble convicción perversa ¿Desde la sociedad civil? Por un lado, considerar la corrupción como una conducta inextinguible y lo más conveniente es adaptarse a ella. La otra afirma que la pobreza no tiene remedio, ni redención. Es por demás inútil cualquier intento de modificar la desigualdad económica. Para debatir con hechos estas convicciones, la cuarta transformación fue catapultada por el voto ciudadano a favor de Andrés Manuel López Obrador. Acabar con la desigualdad y la corrupción sí que sería el fin del neoliberalismo.
Powered By Blogger