En el marco de la instalación del
Consejo Nacional del Sistema de Transparencia (Ciudad de México, 23-06-2015) a propósito de la corrupción y la transparencia,
el presidente Peña Nieto enunció, “Le decía yo en palabras, quizá, así de directas
al Presidente del Senado en corto, lo que hemos o lo que estamos haciendo, y a
lo mejor le voy a dar con ello material a más de un caricaturista, pero el
Estado mexicano y su sociedad, lo que estamos haciendo es domar* auténticamente
la condición humana”. Inevitablemente me acordé de uno de los próceres de la
patria atlacomulca, Arturo Montiel, de su frase en campaña, “Los derechos humanos son para los
humanos, no para las ratas”.
El presidente Peña estaba
provocando pues como se ve, ya advertía la reacción de los caricaturistas. Bien
pudo evitar la ambigüedad y enunciar: me
propongo someter a los corruptos. También pudo hacer un balance de lo
realizado en el combate a la corrupción exhibiendo a los funcionarios sometidos
durante su administración por corruptos. Pero no, ya previamente había
sostenido que la corrupción “está en el orden mundial, no es privativo de
nuestro país, ni de nuestra sociedad, me parece que es un tema de orden global,
está en todo el mundo; y a veces más que aparejado a una cultura, lo está a una
condición, a la condición humana.” Prefirió habitar en el refrán, mal de muchos.
Y también
me acordé de Rubén Aguilar cuando comedido, enmendaba la plana a su jefe
Vicente Fox con aquello de “lo que el presidente quiso decir”. Hace falta un
vocero con esa característica.
A lo que
hay que ir, al aspecto constructivo siempre complejo y de largo plazo cuando se
trata de alcanzar trasformaciones culturales que no se agotan en la
modificación de las leyes, sino que tienen como mar de fondo la socialización,
algunos la llaman politización. Para los sociólogos “consiste en que el
individuo quiera hacer lo que debe hacer.”
El principal obstáculo para
enfrentar la corrupción es un sistema económico social que promueve la codicia,
de ahí pa’l real, en arca abierta
hasta el más justo peca. Cómo enfrentarlo, con la efectividad del Estado de
Derecho, dejando la superficie de la sanción administrativa y pasar a la
sanción penal. Si el sistema anticorrupción no se conecta subordinadamente al
sistema penal seguiremos en las mismas, con esquemas engañabobos y hasta de vendetta.
Problema
similar enfrenta la reforma educativa. Mientras no se desmonte la subordinación
de los profesores a esquemas de control político y de grupo, que se superponen
a los procedimientos, más pronto que tarde se viciará la obligación
constitucional de la evaluación docente ¿Acaso no era uno de los propósitos del
sistema de la Universidad Pedagógica Nacional, procurar permanentemente la
mejora de los docentes? La educación formal básica, centrada en el aula, como
institución socializadora tiene que enfrentar, además, la desatención familiar
de los niños que ven vulnerados sus derechos desde el seno familiar, donde
viven situaciones como la de saltarse comidas o de violencia intrafamiliar. De
niños que juegan menos y ven más televisión, sin tener quien les oriente y
revise la elaboración de sus tareas, elaboración que las tabletas le evitarán
el esfuerzo cognitivo con el recurso de copiar y pegar, un dispositivo
posiblemente reusado con fines de entretenimiento y no pedagógicos.
Así
planteada la pendiente, domar verticalmente puede resultar más caro e inútil
frente a los esfuerzos cooperativos para socializar reticularmente el combate a
la corrupción y la mejora de la educación.
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*El sentido posible considerando las dos primeras
acepciones de la palabra domar enlistadas por la RAE: “1. tr. Sujetar, amansar
y hacer dócil al animal a fuerza de ejercicio y enseñanza. 2. tr. Sujetar,
reprimir, especialmente las pasiones y las conductas desordenadas.” Entre el animalismo y el moralismo.