viernes, 20 de octubre de 2023

La desconfiguración de la administración

Quedó anotado en la anterior entrega: la sucesión como punto de quiebre del obradorismo. Porque si se piensa que una persona tiene los hilos del poder en su mano, la realidad termina por reventar esa fantasía. El esfuerzo y la distracción que aporta la sucesión a las decisiones presidenciales, engarzadas a desplantes retadores, termina por confundir la repetición de mantras con reflejos certeros. Entonces hay que echarse para atrás para coger impulso, esto es, desdecirse. Peña no es un corrupto, es un gran demócrata, por ejemplo.

Hoy en día se carece un gabinete proactivo o como el que ayudó a sortear el capítulo de la pandemia. Por el contrario, el gabinete parece una colección de floreros. La expresión no es mía, AMLO la aplicó a los gobiernos que le antecedieron. Como sus antecesores, el presidente sólo ha visto en los despachos bajo su responsabilidad piezas de cambio a la medida de su ego, en nombre de la 4T. Por orden de desgracia: Medio Ambiente, Educación, Comunicaciones, Gobernación. Como sus antecesores, no fortaleció o desapareció el servicio profesional de carrera burocrático. Se asumió como una bolsa de trabajo para los recomendados del partido y de sus corrientes, sin alma para la profesionalización, tan necesaria para aliviar el reuma del aparato. A diferencia de sus antecesores, los militares aportan su disciplina y son puestos a disposición para subsanar al incorregible elefante.

De la Secretaría del Bienestar, pese a los cambios en los encargados del despacho, se avanzó en la bancarización de los apoyos sociales por segmentos poblacionales, en aras de abatir costos e intermediaciones proclives a la corrupción. Imposible ha sido quitarle su utilización con fines electorales. Recientemente, para definir la coordinación del movimiento, esta agencia se volcó para darle sus servicios a Claudia Sheinbaum.

Para el gabinete de seguridad el cálculo se queda corto, el apoyo a jóvenes y sembradores no impiden el reclutamiento y la operación del crimen organizado. La militarización de la seguridad, hay que reconocerlo, es una estrategia en desarrollo sin más medición que la oficial. Algún día, con el tiempo y un ganchito dirían los abuelos, se tendrá la medida exacta y la anhelada reducción de las actividades delictivas. Más allá de la cómoda distinción entre los fueros federal y común, la percepción de la inseguridad sigue siendo alta. A veces por eventos que no tienen la atención de los medios, pero si padecen las familias. Un caso es la afectación a la infraestructura de cableado de la empresa TELMEX. Más de dos veces al año, los usuarios de esa compañía se quedan sin servicio por el robo de los cables de cobre y la vandalización de las cajas distribuidoras del servicio a los domicilios. De las autoridades locales, ni sus luces.

A lo mejor el desarreglo es aparente, hay orden y sentido para impulsar una candidatura sionista a la presidencia de México.

Para completar, el tablero de país independiente o no alineado se desploma en la diplomacia. Se acaba la neutralidad en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Tampoco se condena el bombardeo del Estado israelí sobre la población civil en Palestina. Y eso que no gobierna el Cachorro del imperialismo.

Epitafio del sexenio: y se hicieron iguales.

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