Las tres notas de Proceso (19-07-2020),
con su habitual sensacionalismo, pueden resultar una vacuna en el proceso
abierto contra Emilio Lozoya Austin. Expresiones que señalan este particular
expediente como “la maraña”, “La sombra” y “el enredo”, plantea un sistema
lagunar de desinformación. Una filtración sobre la primera toma de declaración
ministerial que se le hizo al exdirector de PEMEX, supuestamente realizada en
España por la Fiscalía General de la República. La ruta de la filtración,
siempre oscura para cada caso, espero que esta no provenga directa y
premeditadamente de la Fiscalía. Nada más saber que el empresario-periodista,
español-mexicano -Antonio Navalón- tuvo acceso a la documentación y la soltó al
salinista vestido de azul Roberto Gil Zuarth, da para levantar la ceja, como
signo de advertencia sobre el proceso en curso y su posible fracaso. Nada haría
más felices a los agasajados de la corrupción de ayer.
Hay otros agasajados de ayer, los
cuales lanzaron un desplegado en el que avizoran la deriva autoritaria y llaman
a defender la democracia amenazada por la concentración de poder en manos de
una sola persona. Esa persona que ha puesto a consideración la revocación del
mandato y le fue aprobada por los legisladores. Esa persona que ha puesto a
consideración la elevación a rango constitucional para situar a la corrupción y
el fraude electoral como delitos graves y también aprobadas por los
legisladores. Esa persona que ha puesto a consideración desaparecer la facultad
constitucional del Ejecutivo de condonar el pago de impuestos e igualmente
aprobada por los legisladores. Se nota la concentración de poder o será acaso
los destinatarios, los sensiblemente aludidos. Esa persona, el presidente Andrés
Manuel López Obrador, sólo se limita a ejercer las facultades que la
Constitución consagra.
Qué realmente molesta a los agasajados
de ayer, tanto que los impulsó a lanzar un desplegado. Aunque no aplique tal
vez a todos los abajofirmantes, puede tratarse de la pérdida de una
subvención, de algún contrato o cargo, haber perdido la categoría de consejero áulico o
la cercanía interlocutoria con el presidente en turno, de los tiempos en los
que se les consultaba desde Los Pinos. Para que el tema no quede en la nube de
especulación, sería bueno conocer de un nuevo desplegado en el que expongan el
malestar de su bolsillo -no necesariamente de todas y todos los firmantes. Esto
es, si sus ingresos provenientes del haber público han disminuido, si la mano
invisible del mercado no responde a sus expectativas de enriquecimiento. A lo
mejor no son unos ambiciosos vulgares, sólo quieren tomarse la foto con el
presidente o firmarle un libro.
Los 30 agasajados de ayer también pueden animarse a rubricar otro desplegado que hable de Emilio Lozoya Austin, es lo de hoy, pero también de otros procesos, como los de Alonso Ancira, Juan Collado, César Duarte, Genaro García Luna, Rosario Robles. No precisamente para hacer un manifiesto contra la corrupción y la impunidad, más bien como un lamento, porque da la casualidad de que se subieron al mismo barco de los agasajados de ayer.