martes, 24 de julio de 2018

En qué quedamos

“Siempre hay una disparidad entre metas ideales y logros reales: como mínimo, en el tiempo que divide a ambos. Ello forma parte de la historia natural de las instituciones humanas y no debería servir de escusa para alimentar el cinismo.”
Lewis Mumford



A la derrota de los partidos que han prevalecido en el panorama político durante el presente siglo (PRI, PAN y PRD) ha seguido el natural afán político de empañar la aplastante victoria de Andrés Manuel López Obrador. Es el caso del eje intelectual anti-AMLO. Como bebida energética cayó la resolución del INE que sanciona a MORENA con millonaria multa. En una dictaminación de presunciones, la mayoría de los consejeros del INE se la jalaron y en la jalada se vinieron los compungidos cruzados anti-AMLO. Para abreviar, el caso ya está en el tribunal electoral. A la espera prudente vale atenerse, actitud ecuánime que evita esparcir cizaña.

Pero me quiero referir a lo que no es foco de escándalo, ni de interés en los medios, la enigmática propuesta de la constitución moral sobre la cual se levanta una espiral de silencio. Después de ausentarme del país y de sus noticias, lo único que he encontrado es el artículo de Sara Sefchovich (El Universal 22/07/2018) De el advierto un realismo escéptico, nadie quiere poner en la conversación lo que remita o aluda a la moral. Como que el tema está ausente de la modernidad laica, de la motejada de neoliberal, para ser precisos.

Tampoco se ha hablado mucho desde el bando triunfador sobre la propuesta de la constitución moral. Como que el tema parece tangencial y no hay el atrevimiento de dar un paso adelante. Así lo fue con la consigna de la renovación moral de la sociedad durante la campaña de Miguel De la Madrid en 1982. Supongo que don Miguel se refería a la moral del Ogro filantrópico y cumplidamente inició su destrucción a machetazos, hasta llevarnos a la amoralidad neoliberal: haz tus sueños, chinga a tu prójimo.

El tema de la constitución moral es complejo, no se resume en una línea, ni se sitúa en los ejes x y.  Mal se haría si la constitución moral se traduce en un código que disponga sanciones del Estado. Supongo, también, que se trata de un acuerdo social, que pone la felicidad ajena en el centro de la convivencia. Se le ha llamado altruismo, bondad, caridad, empatía. Lo contrario del amor propio, del egoísmo y las terapias de la autoestima que el neoliberalismo ha transformado en agresividad, desprecio y violencia, haciendo realidad la fantasía hobbesiana de la guerra de todos contra todos.


La constitución moral debe fundarse desde la actuación de los gobernantes, los servidores públicos de todos lo niveles y los privilegiados por dones naturales y/o adquiridos. No hay un camino trazado y bien pueden entrelazarse con los caminos de la paz que consigna un folleto que recogí en la Basílica de San Martín de Tours:  de ellos destaco el del corazón, la memoria, la comunidad, la palabra, y el diálogo.
Powered By Blogger