jueves, 7 de febrero de 2013

¿El ocaso de la tecnocracia?


Quién tiene ganas de enredar los encadenamientos del estallido en los sótanos del edificio B-2 de la paraestatal Petróleos Mexicanos, ocurrido recién el 31 de enero. Esa es la cuestión a considerar para no irse con la finta, para no confundir la gimnasia con la magnesia.

Si el señor procurador Jesús Murillo Karam tiene a bien ofrecer un informe preliminar sobre el acontecimiento desgraciado se entiende que hay una línea argumental, dependiente de las investigaciones, trazada desde las más altas esferas gubernamentales. Con lo dicho por el Procurador se estableció una base de credibilidad que fue reforzada por el rector de la UNAM José Narro Robles. Hasta ahí una conducción, voz, oportunamente apoyada. En el mismo sentido fueron las declaraciones del secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, quien al ser interrogado sobre el estallido respondió con la precisión que le permite su formación y su actual responsabilidad:   

En esa parte de la Torre de Pemex no había habido, recientemente, inspecciones por lo menos en los últimos dos años, y desde luego el mantenimiento que se le tendría que dar por parte de la paraestatal tiene que verse en los seguimientos (internos)”, dijo el funcionario federal. Ojo se refiere a las inspecciones que la Secretaría en cuestión hace. Adelante, siguiendo el registro de Milenio Diario, precisó: “La Secretaría (del Trabajo) lo que hace son inspecciones de seguridad e higiene, no hace peritajes. En este momento, estamos ante un hecho que tiene posiblemente características delictivas, habrá que revisarlas por parte de la PGR, esa es la instancia donde a través de peritajes se puede determinar las causas y las condiciones en que estaban las instalaciones que pudieron producir el accidente, si es que ese es el caso”. Entonces la curiosidad periodística se comió a los reporteros y avanzaron otra pregunta:

“—¿Podría explicar cuál es el hecho delictivo?

“—En el momento en que hay una víctima fatal por muerte no natural, se está en presencia posiblemente de la constitución de un hecho delictivo; por eso la PGR interviene. La PGR, a través de una investigación, tiene que determinar si hay delito o no, en este momento es lo que se está investigando y estaremos muy atentos a sus resultados.”

Hasta ahí la información relevante, precisa, sin distorsión, que a alguien no le gustó.

El día de ayer el subprocurador Alfredo Castillo realizó un recorrido con periodistas y del que hoy da información la prensa escrita. Mal le salió al funcionario pues junto a su nota, la paraestatal, por su cuenta, le dio por desmentir lo afirmado por Navarrete Prida. Presenta unos papeles del gobierno del Distrito Federal, específicamente de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, donde descalifica lo dicho por la autoridad federal al afirmar que sí se han hecho trabajos de mantenimiento. PEMEX se apresuró pues se trata de dos procedimientos distintos, uno relativo a las normas de seguridad e higiene, a las que se refirió el Secretario del Trabajo. El otro se refiere al Reglamento de Construcciones del Distrito Federal, de acuerdo con el cual se dio el aviso de seguridad estructural del edificio. Se confundieron en PEMEX, contribuyendo a que la duda relativamente controlada hasta el día 5 de febrero, se saliera de madre al día siguiente.

Se aceleraron, cuando bien el director de Pemex debió comunicarse con la PGR y con el Secretario del Trabajo antes de que saliera el tuit de la paraestatal y se filtraran los documentos del gobierno del D.F. Ajustarse al curso de acción predeterminado y no entrar en pánico. Ahora, por su torpeza, el director de PEMEX tendrá que asumir los costos por dinamitar la salida que ofrecía la investigación de la PGR y a la cual abonó el mismo Navarrete Prida. Paradójicamente, la investigación puede resultar fortalecida si se da cuenta fiel de las consecuencias del hecho delictivo. En ese plano gana el país, ganamos todos y la tecnocracia tendrá que ajustarse a sus límites por no entender lo público.

martes, 5 de febrero de 2013

Investigar


La explosión del jueves 31 de enero, en la torre B 2 de PEMEX, adyacente a la torre Negra, desgració familias. La de los muertos, heridos y los que aún no han contabilizado, aquellos que recibieron un trauma como consecuencia del estallido y merecen atención.

La atención no inhibe, más bien va paralela a la investigación con una pregunta del dominio público ¿Qué pasó? Es lo que se le ha pedido a las autoridades. Si la autoridad se tarda en dar respuesta ese espacio lo ocupa el chisme, la comunicación social más antigua de la humanidad. Esta afirmación no es para flagelarse como si se tratara de un síndrome de los mexicanos. Si les digo que el chisme es internacional me creerían.

El proceso posterior a la explosión se llama investigación. Tomar y organizar los datos que expliquen lo sucedido. Bueno, ayer la autoridad a través del procurador Jesús Murillo Karam, ya dio un avance creíble. Se trató de la ignición de un gas natural –Metano- que se puso caliente en el sótano del edificio siniestrado. Es incoloro, no despide olor, difícil es detectarlo en circunstancias normales, esto es, a la intemperie. Distinto al gas Halon, gas industrial, que se fabrica para llenar los cilindros que se utilizan para apagar el fuego, los conocidos extinguidores.

La investigación no está concluida y tiene preguntas en su indagación: ¿Cuánto gas se tiene que acumular para que se dé una explosión de tal magnitud? ¿La fuente del gas era una tubería exprofeso, instalada dentro del edificio dañado? ¿Se tenían en cumplimiento las normas de seguridad industrial que al menos dispondrían de un mecanismo de extracción del Metano en un sótano?

La investigación no tendría que ser tan complicada pues se tiene un Instituto Mexicano del Petróleo que podría dar resultados consistentes, sólidos. Pero en este caso nadie lo ha mencionado por la sencilla razón de que es una de las instituciones públicas que ha sido blanco del desprestigio en boga que consigna a todo lo que proviene del sector público como deficiente, corrupto, malo. Lo mismo le ha ocurrido al Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares. Ambos sectorizados dentro de Energía.

El caso es que no se tiene la conclusión pericial, ministerial, de la PGR. Estamos de acuerdo.

La cuestión es si el actual gobierno está interesado a fortalecer al sector paraestatal que es clave para la conducción del desarrollo nacional: petróleo, electricidad, agua, recursos no renovables. O si considera, como lo parece, que se trata de actividades de las que tiene que hacer cargo la iniciativa privada.

De PEMEX todos sabemos que es de todos los mexicanos, pero particular y beneficiosamente, de los contratistas, de los funcionarios corruptos y de la aristocracia sindical ¿Qué opina el Partido Revolucionario Institucional al respecto?
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