viernes, 14 de marzo de 2014

Escandalizarnos de lo cotidiano


Mi opinión es que este país quedará estabilizado, más o menos, hasta el año 2029. El año dosmiltrece descolocó inercias y cada quien jala para su santo. El PRI, aparentemente, se encuentra en el confort que le reporta “tener” la presidencia de la república. PAN y PRD se entretienen en sus respectivas guerras intestinas.

Lo real es la cloaca en la que se mueve el capitalismo y sus vasos comunicantes con la política. Ya se hable de Gastón Azcárraga y Mexicana de Aviación; del triángulo Banamex, Oceanografía, Pemex; no podía faltar el nuevo escándalo, la línea dorada del metro de la ciudad de México - recién estrenada en 2012- y sus imperfecciones de construcción que ponen en riesgo a los usuarios. El denominador común es el uso de relaciones políticas y recursos públicos para beneficiar empresas. Ya lo señale, nada que ver con el idealismo del libre mercado. Es mucho dinero como para dejarlo a las veleidades del mercado.

Es una vergüenza que se ha destapado en el sexenio de Enrique Peña Nieto y pone a prueba su voluntad transformadora. De los legisladores qué decir, escribieron la historia inmediata al avalar reformas y se les ve descompuestos.

De veras vamos a cambiar a México soportando el actual régimen económico de ladrones institucionalizados. O estamos en el trámite sexenal de pregonar cambios para dejar las cosas igual. Aceptando sin conceder, aunque a los críticos de Peña Nieto les parezca ilógico (me incluyo) este año, las reformas no han tenido la mejor respuesta en la Bolsa Mexicana de Valores. Como si los inversionistas prefirieran el desorden de Felipe Calderón.

Entonces hay que retomar el tema de anteriores entregas que se resume así: el problema no sólo está en la política, es el capitalismo real.

No estoy hablando de ayer, de antes de ayer o de la semana anterior. Es una realidad estructural que no han terminado de conmover las reformas estructurales porque explícitamente no se lo han propuesto: ordenar una economía que prescinde de reglas justas. Aquí arrebatas o pierdes. Vale para la política y para la economía.
 

Así es el capitalismo y con sencillez sardónica lo observó el Poeta Mayakovski (Mi Descubrimiento de América. Alamadía Conaculta, 2013) en un cuadro de los años 20 del siglo pasado, en los Estados Unidos:

“Los periódicos están creados por consorcios; los consorcios, los peces gordos de los consorcios, se han vendido a las empresas anunciantes, a los propietarios de grandes almacenes. En general, los periódicos se han vendido tan definitivamente y a un precio tan caro, que la prensa estadounidense se considera incorruptible. No hay dinero capaz de comprar a un periodista ya comprado.”

“La ebriedad estadounidense, la Ley seca, también es el típico negocio y la típica mojigatería.”

“Cuando la gente ingenua quiere ver la capital de los Estados Unidos, va a Washington. La gente avispada va a una minúscula calle de Nueva York, Wall Street, la calle de los bancos, la calle que de hecho dirige al país”

martes, 11 de marzo de 2014

El tiempo mesiánico


La prensa sigue clavada en las hazañas peñistas cifradas en el sometimiento del crimen organizado. Muy bien, mezquino sería encarecer el aplauso, el comentario, la crítica. Como siempre, la prensa nos invita a patinar en la superficie.

Lo que no dice es que ha iniciado el tiempo mesiánico del actual gobierno. El caso es que no se trata de una decisión de Enrique Peña Nieto. Es el imperativo actancial de la presidencia de la república: actuar como un poder salvífico.

Ya en otra ocasión expuse el papel del mito mesiánico en el ejercicio del poder presidencial. La política y el ciudadano en México. (UNAM, 1989)
 

Tampoco podemos ignorar al pariente ideológico del milenarismo que observó Luis Villoro en la fundación del México independiente.
 

Le podemos seguir, el efecto del mesianismo en el pensamiento de izquierda. Ernst Bloch. Thomas Münzer: el teólogo de la revolución. (Editorial Ciencia Nueva, 1968)
 

Ya encarrerados, el citado en otra entrega, Franz Rosenzweig, La Estrella de la Redención. Una fuente invaluable para comprender la política mesiánica desde sus orígenes.
 

A lo que voy es a lo siguiente. Parece que la lucha en contra de la delincuencia organizada y de cuello blanco desplegada en los últimos días se propone dotar de poder salvífico a Enrique Peña Nieto.

Vale advertir, que sin éxito, lo mismo quiso hacer Felipe Calderón. Es otra situación. Lo que se impone es la realidad del tiempo mesiánico, no fácil de eludir. Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo lo intentaron. El resultado para el priísmo no fue el mejor. Del mesianismo también se ha querido aprovechar la izquierda.

La razón es sencilla: “El Jesús histórico ha de quitar siempre de debajo de los pies del Cristo ideal el pedestal en que querrían ponerlo sus adoradores filosóficos o nacionalistas; ya que una idea termina por aliarse con cualquier sabiduría y cualquier oscuridad particular, para prestarle su propio halo de santidad” (Rosenzweig).

El asunto no es la sobrevivencia de tal o cual partido, sólo el presente y el futuro del país. Hemos sobrevivido un año de reformas. Reformas que se presumen en el ejercicio de la razón “técnica” ¿Son una salvación? ¿Para quién? Por ello es importante atender el tiempo mesiánico que se impone. Alto riesgo es limitarlo a la lucha en contra de la criminalidad. La reforma del capitalismo real es la próxima estación del tiempo mesiánico.

Lo fácil, lo que se dice fácil, no está en un parpadeo. En otra circunstancia histórica, el ícono del mesianismo histórico enfrentó a los mercaderes, a los fariseos, al imperio ¿Por qué habría de ser diferente?

Al final de cuentas la victoria simbólica estuvo en el apoyo del pueblo. Palabra que, por cierto, también ha sido degradada por los neoliberales en ese horroroso “ismo” llamado populismo.
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