Nutridas por el escándalo, las audiencias se insensibilizan o se polarizan. La función social de quienes hacen periodismo, proporcionar información veraz, comprobable, palidece ante el torrente de giros informativos que se cuecen al calor de la disputa política. Por eso es un notición el visto bueno del presidente Calderón a las propuestas de Ebrard para hacerse cargo de la seguridad pública y la procuración de justicia en el Distrito Federal, se interrumpió momentáneamente la cadena de confrontación entre en panismo y el perredismo hechos autoridad. Hizo bien Felipe Calderón en no disminuir la responsabilidad del gobierno capitalino, que cargue Marcelo con sus propios muertos y que tome nota de las deficiencias que arrastra la administración de la ciudad de México. Así también, el gobierno federal carga con sus propios muertos generados por la guerra contra el narcotráfico. El asunto es que mucho falta por aprender en el reconocimiento oportuno de los errores y el argumento de culpar al viejo régimen ya se desgastó.
Es natural que haya diferencias en un régimen democrático, nada de malo tienen. Lo que pasa es que cuando se elevan en calidad de confrontación permanente el país sale perdiendo. Confrontación ha sido la ruta de la reforma petrolera, que con mejores oficios hubiera tenido un mejor encauzamiento. Hoy vemos que no se trata sólo de posiciones ideológicas contra posiciones técnicas, sino de una abierta disputa por reasignar el reparto del pastel petrolero. También nos damos cuenta que la reforma se reduce, en una de sus aristas, a deliberar sobre una explotación más acelerada o más precavida de las existencias probadas de hidrocarburos. En fin, el oro negro sirve para que cada bando se enrolle en la bandera nacional y poner al desnudo los casi quinientos años en los que este territorio existe para el exterior en tanto explotación de recursos naturales. Ese paradigma que nos asigna el papel de país productor de materias primas permanece por los siglos de los siglos. Atrás ha quedado la discusión sobre la competitividad que saque a flote al país en medio de una reconocida crisis global de la economía. Y si de competitividad se trata, se recurre a las viejas prácticas de contener los salarios, aumentar la jornada laboral. El viejo recetario del capitalismo salvaje. La mejora de la competitividad por la vía de la educación es todavía simulación. Qué decir de los esfuerzos en ciencia y tecnología. Y ni hablar de la pésima administración de los recursos que ayer se expuso en el Foro del senado sobre la reforma petrolera, pues la transparencia y rendición de cuentas es una quimera en la paraestatal.
También hay noticias nonatas, que se espera que lleguen y no se dan, como la protesta del dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, hacia los directivos de Televisa por borrar la imagen del senador Santiago Creel. Protesta que tuvo que ser solicitada en los medios por Creel y que no se ha realizado. Lo que se dio fue un extrañamiento de parte de la secretaria de gobernación a la empresa televisora y una respuesta increíble de parte de Televisa. De esta manera se confirma, indirectamente, que el Partido Acción Nacional, su presidente, no quiere comprar pleitos con las televisoras y por esa razón, entre otras, destituyó al senador Creel de la coordinación de la bancada blanquiazul en Xicoténcatl.
Así vamos, con un orden institucional al servicio de la publicidad. Y con esos modos Manuel espino quiere sorprender a la audiencia con una señala de alerta sobre una regresión que inició hace ocho años por no irnos tan lejos. Regresión que entre otras cosas ha disminuido, por la vía de los hechos, el Estado Laico. El pleito entre panistas debía estar en la sombra, no por ello lo dicho por el ex dirigente es desconocido en medios políticos, se trata de secretos a voces. Espino está dispuesto a convertirse en el Muñoz Ledo del PAN.