lunes, 3 de octubre de 2022

La carrera comenzó

La lucha por el poder no tiene calendario, discurre por su propio cauce. La disputa política no sigue el calendario electoral, aunque por temporadas coincide con el para llegar a una resolución legal y pacífica respecto a la distribución del poder político en el Ejecutivo y el Legislativo. Analizarlo no es fácil cuando la información es ensombrecida por las noticias falsas, los montajes o cualquier otra forma que adquiera el periodismo, como podría ser la propaganda o las filtraciones. La sucesión presidencial cobra visibilidad mediática y lo qué falta por ver. Entre los actores políticos, sean partidos o personajes de la política, nadie espera el anuncio oficial del año electoral que por ley se hará en el otoño del 2023.


La medida, pieza didáctica de Bertolt Brecht que enseña lo que sucede a un partido que se hace dominante.

La alianza política que prosperó de 1988 a 2018, el tándem PRI-PAN, quiere recuperar posiciones perdidas ¿Podrán armar un sólido bloque opositor? Eso está por verse. Primero tienen que consolidar, lo que los publicistas llaman la marca Va por México, a la que está agregada el PRD y podría sumarse MC. Mantener entre sus cercanos a poderosos grupos empresariales, así como mantener el apoyo de la mayoría de los medios de comunicación convencionales (Prensa, Radio y Televisión) y la red de instituciones autónomas que se crearon durante cinco sexenios, encargadas de lavar la dilapidación de los recursos públicos y tolerar el fraude electoral. Esta alianza sin línea de futuro quiere regresar al pasado inmediato, el que fue su zona de confort. Podrán estimular aspiraciones de estatus entre la población, así como el miedo. Además, cuentan con la colonización del Poder Judicial, por lo menos parcialmente. No importa que por el momento carezcan de figuras contendientes. A grandes rasgos ese es su capital político.

Por su parte, el bloque gobernante tendrá que aguantar vara, la vara alta de la moralidad autoimpuesta tiene que resistir los embates que irán escalando y no se limitarán al fin de semana. Con eso se aceleran las disputas internas por la sucesión, más ante la ausencia u omisión de una dirección política que conduzca el proceso sucesorio. No han podido aislar al presidente López Obrador o él no ha querido, pero la lucha por la candidatura presidencial de MORENA lo está desgastando. Todavía no encuentro al bobo que le crea su desapego al proceso, sobre todo cuando en el entorno de Palacio se han desatado las simpatías y el gabinete sangra. La oposición depredadora huele la sangre y disfruta los navajazos que se infligen sus adversarios.

El problema de MORENA, ya lo diagnóstico Pablo Gómez respecto a las elecciones de mitad de sexenio, es la soberbia, lo cual es natural en un partido que se hace dominante y cree fácil abandonar el esquema de frente amplio que parecidamente adoptó en 2018, el cual le abrió posibilidades de acceso al poder insospechadas.

La carrera comenzó y muchas cosas sucederán de aquí a un año, cuando el proceso sucesorio se abra formalmente.

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