De por sí las campañas sucias son
deleznables. Lo peor es la falta de consecuencias legales. Se han acusado de
todo y seguramente nadie pisará la cárcel, ni hablar de rendir cuentas. En las
elecciones del domingo 5 de junio próximo se cosecharán victorias cargadas de
ira y odio, al mismo tiempo que se recogerán cadáveres y heridos, en sentido
figurado. Lo exhibido en campañas es un inmerecido castigo al ideal
democrático.
En medio de este mes de mayo que
acaba de concluir, el movimiento magisterial siguió llamando la atención de
medios y audiencias. En varios estados de la república iniciaron paro desde el
15 de mayo. Un conflicto político que se ha extendido innecesariamente. En el
centro de la discusión se ha puesto la actuación de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación. Qué tanto nos informan los medios de esta
organización, muy poco, tanto como nada. Cuándo y dónde surgió, cuál ha sido su
trayectoria, sobre su estatuto legal y su utilización en la arena política
estatal. El reporteo, pero sobre todo la editorialización, sobre esta
organización es amarillista, con un vacío de información como se acostumbraba
en otra época, de unidad informativa durante el autoritarismo
posrevolucionario.
En 1979 se iniciaron una serie de
movilizaciones al margen de los líderes del SNTE, en contra del estancamiento
salarial y por la democratización sindical. A fines de 1980 y principios de
1981, la movilización del magisterio disidente adquirió forma de organización y
nombre, la CNTE. Desde entonces su geografía más consistente es el corredor que
va de Michoacán a Chiapas, pasando por Guerrero y Oaxaca. Durante todo el
decenio de los años ochenta del siglo pasado, la CNTE se mantuvo movilizada con
sus caravanas características y frecuentes a la capital del país, la Ciudad de
México. Cuando las luchas sindicales decayeron, éstas sólo fueron visibles a
través de los profesores disidentes del SNTE. Para llegar a un acuerdo desde
1983 se inició el proceso de descentralización educativa que concluyó hasta
1992.
Sin encarar a fondo la situación,
la autoridad federal en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, concedió la caída
de Carlos Jongitud Barrios y su comité ejecutivo, pero no la democratización
del sindicato. Entonces se designó a Elba Esther Gordillo como líder de los
profesores a nivel nacional. Posteriormente se concluyeron los trabajos de la descentralización
de la educación, informalmente se decía que era para acabar con las marchas a
la Capital, pero su cometido efectivo fue el traslado de nóminas a los estados
y responsabilizar a los gobernadores. Se estableció un sistema de doble
negociación: a nivel federal con el SNTE el tope salarial y a nivel estatal se
extraían recursos adicionales. Se extendieron prestaciones sin respaldo
presupuestal y sin esmerar el compromiso con la educación. En esa maraña el
SNTE mantenía la representación y la negociación de las condiciones de trabajo
frente al Estado. Mientras en los estados la CNTE era tolerada en una especie
de subrogación sindical hasta donde su fuerza propia lo permitía. Se crearon
entes paralelos CNTE/SNTE, o de característica local como la CETEG de Guerrero,
o como en Chiapas, donde la sección 7 y 40 del SNTE son la misma CNTE.
Por eso reitero, el conflicto
magisterial es en el fondo político y laboral, no se resuelve a través del
expediente legislativo de la reforma, por el contrario, ha sido su catalizador.