jueves, 2 de junio de 2016

Última llamada

De por sí las campañas sucias son deleznables. Lo peor es la falta de consecuencias legales. Se han acusado de todo y seguramente nadie pisará la cárcel, ni hablar de rendir cuentas. En las elecciones del domingo 5 de junio próximo se cosecharán victorias cargadas de ira y odio, al mismo tiempo que se recogerán cadáveres y heridos, en sentido figurado. Lo exhibido en campañas es un inmerecido castigo al ideal democrático.

En medio de este mes de mayo que acaba de concluir, el movimiento magisterial siguió llamando la atención de medios y audiencias. En varios estados de la república iniciaron paro desde el 15 de mayo. Un conflicto político que se ha extendido innecesariamente. En el centro de la discusión se ha puesto la actuación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Qué tanto nos informan los medios de esta organización, muy poco, tanto como nada. Cuándo y dónde surgió, cuál ha sido su trayectoria, sobre su estatuto legal y su utilización en la arena política estatal. El reporteo, pero sobre todo la editorialización, sobre esta organización es amarillista, con un vacío de información como se acostumbraba en otra época, de unidad informativa durante el autoritarismo posrevolucionario.

En 1979 se iniciaron una serie de movilizaciones al margen de los líderes del SNTE, en contra del estancamiento salarial y por la democratización sindical. A fines de 1980 y principios de 1981, la movilización del magisterio disidente adquirió forma de organización y nombre, la CNTE. Desde entonces su geografía más consistente es el corredor que va de Michoacán a Chiapas, pasando por Guerrero y Oaxaca. Durante todo el decenio de los años ochenta del siglo pasado, la CNTE se mantuvo movilizada con sus caravanas características y frecuentes a la capital del país, la Ciudad de México. Cuando las luchas sindicales decayeron, éstas sólo fueron visibles a través de los profesores disidentes del SNTE. Para llegar a un acuerdo desde 1983 se inició el proceso de descentralización educativa que concluyó hasta 1992.

Sin encarar a fondo la situación, la autoridad federal en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, concedió la caída de Carlos Jongitud Barrios y su comité ejecutivo, pero no la democratización del sindicato. Entonces se designó a Elba Esther Gordillo como líder de los profesores a nivel nacional. Posteriormente se concluyeron los trabajos de la descentralización de la educación, informalmente se decía que era para acabar con las marchas a la Capital, pero su cometido efectivo fue el traslado de nóminas a los estados y responsabilizar a los gobernadores. Se estableció un sistema de doble negociación: a nivel federal con el SNTE el tope salarial y a nivel estatal se extraían recursos adicionales. Se extendieron prestaciones sin respaldo presupuestal y sin esmerar el compromiso con la educación. En esa maraña el SNTE mantenía la representación y la negociación de las condiciones de trabajo frente al Estado. Mientras en los estados la CNTE era tolerada en una especie de subrogación sindical hasta donde su fuerza propia lo permitía. Se crearon entes paralelos CNTE/SNTE, o de característica local como la CETEG de Guerrero, o como en Chiapas, donde la sección 7 y 40 del SNTE son la misma CNTE.


Por eso reitero, el conflicto magisterial es en el fondo político y laboral, no se resuelve a través del expediente legislativo de la reforma, por el contrario, ha sido su catalizador.
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