miércoles, 9 de noviembre de 2011

La prueba es Michoacán





Inesperadamente, las elecciones locales del estado de Michoacán del próximo domingo 13 de noviembre han adquirido una connotación que incide en el sentido de las elecciones federales del 2012. Los electores michoacanos tienen en sus manos una decisión de trasciende su propio estado. El asesinato del presidente municipal de La Piedad el pasado miércoles 2 no precisamente es una acción del crimen organizado. Esto se afirma mientras no se demuestre lo contrario por la hasta ahora sinuosa investigación judicial. La investigación ya se manoseó y la hipótesis del crimen de Estado tendría que considerarse.



1 Desde que circuló la noticia del asesinato del edil la información fue confusa, ni los panistas presentes en el lugar y la hora del crimen ofrecieron una versión consistente. Entre las versiones difundidas por tuiter, recogidas por la prensa, y las primeras entrevistas concedidas al otro día a medios como MVS, se aprecia la irresponsabilidad del actor político “afectado” (Partido Acción Nacional) para dar cuenta a la sociedad del suceso lamentable.



2 La torpeza de los panistas consistió en endosar el crimen, sin pruebas, al gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. Todavía peor, los panistas insertaron el hecho delictivo dentro de la campaña electoral en marcha. Adicionalmente, pero no menos importante, embijaron la investigación de la procuraduría estatal con la intervención inadecuada de la PGR.



3 El error que desnuda la incompetencia del panismo en Michoacán, encabezado por su jefe nacional, Felipe Calderón, es la nulidad o inexistencia del cuerpo de seguridad del abatido edil. No es creíble que Ricardo Moreno anduviera por la calle como un militante más. No es creíble porque el discurso de la seguridad ha sido bandera de la actual administración sexenal de México y no se entiende que esa bandera no alcance ni a los hijos predilectos del actual gobierno federal.



La conclusión es desagradable para todos: si en Michoacán se dio el inicio de la guerra calderonista en contra del crimen organizado y allí mismo ejecutan a una de sus figuras locales, entonces el discurso triunfalista no tiene de dónde agarrarse. En sustitución, la estrategia de linchamiento del adversario, de manera inequívoca el gobernador Godoy, evita referirse al fracaso del gobierno federal en su lucha en contra del crimen organizado. La encomiada cruzada pretendidamente nacional se reduce a la incompetencia local. Por ahí hubiéramos empezado antes de declarar la guerra, para no padecer el clima de inseguridad que se ha expandido por todo el territorio nacional y sobre el cual se pronostica, más, una crisis violenta por la inseguridad.


Por lo expuesto, los ciudadanos michoacanos que salgan a votar el próximo domingo están en la posibilidad de declararse firmemente sobre el gobierno de Felipe Calderón. Para bien o para mal, es su conducta como gobernante la que está en tela de juicio. Más importante aún, el día 13 de noviembre será una fecha decisora para afirmar la continuidad del antiguo régimen en manos blanquiazules o por el contario, exigir con el voto un verdadero cambio en las pautas conductuales del gobierno. Que los que gobiernen no lo hagan para su partido, sus amigos y sus familiares, que no sean un gobierno faccioso y de unos cuantos, que sea representativo de todos y, sobre todo, que garanticen los derechos de todos.



Lo que suceda en Michoacán nos atañe porque como mexicanos padecemos una afectación común: una mente criminal nos gobierna.


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