Inesperadamente, las elecciones
locales del estado de Michoacán del próximo domingo 13 de noviembre han
adquirido una connotación que incide en el sentido de las elecciones federales
del 2012. Los electores michoacanos tienen en sus manos una decisión de
trasciende su propio estado. El asesinato del presidente municipal de La Piedad
el pasado miércoles 2 no precisamente es una acción del crimen organizado. Esto
se afirma mientras no se demuestre lo contrario por la hasta ahora sinuosa
investigación judicial. La investigación ya se manoseó y la hipótesis del
crimen de Estado tendría que considerarse.
1 Desde que circuló la noticia
del asesinato del edil la información fue confusa, ni los panistas presentes en
el lugar y la hora del crimen ofrecieron una versión consistente. Entre las
versiones difundidas por tuiter, recogidas por la prensa, y las primeras
entrevistas concedidas al otro día a medios como MVS, se aprecia la
irresponsabilidad del actor político “afectado” (Partido Acción Nacional) para
dar cuenta a la sociedad del suceso lamentable.
2 La torpeza de los panistas
consistió en endosar el crimen, sin pruebas, al gobernador de Michoacán, Leonel
Godoy. Todavía peor, los panistas insertaron el hecho delictivo dentro de la
campaña electoral en marcha. Adicionalmente, pero no menos importante,
embijaron la investigación de la procuraduría estatal con la intervención inadecuada
de la PGR.
3 El error que desnuda la
incompetencia del panismo en Michoacán, encabezado por su jefe nacional, Felipe
Calderón, es la nulidad o inexistencia del cuerpo de seguridad del abatido
edil. No es creíble que Ricardo Moreno anduviera por la calle como un militante
más. No es creíble porque el discurso de la seguridad ha sido bandera de la
actual administración sexenal de México y no se entiende que esa bandera no
alcance ni a los hijos predilectos del actual gobierno federal.
La conclusión es desagradable
para todos: si en Michoacán se dio el inicio de la guerra calderonista en
contra del crimen organizado y allí mismo ejecutan a una de sus figuras
locales, entonces el discurso triunfalista no tiene de dónde agarrarse. En
sustitución, la estrategia de linchamiento del adversario, de manera inequívoca
el gobernador Godoy, evita referirse al fracaso del gobierno federal en su
lucha en contra del crimen organizado. La encomiada cruzada pretendidamente
nacional se reduce a la incompetencia local. Por ahí hubiéramos empezado antes
de declarar la guerra, para no padecer el clima de inseguridad que se ha
expandido por todo el territorio nacional y sobre el cual se pronostica, más,
una crisis violenta por la inseguridad.
Por lo expuesto, los ciudadanos
michoacanos que salgan a votar el próximo domingo están en la posibilidad de
declararse firmemente sobre el gobierno de Felipe Calderón. Para bien o para
mal, es su conducta como gobernante la que está en tela de juicio. Más
importante aún, el día 13 de noviembre será una fecha decisora para afirmar la
continuidad del antiguo régimen en manos blanquiazules o por el contario,
exigir con el voto un verdadero cambio en las pautas conductuales del gobierno.
Que los que gobiernen no lo hagan para su partido, sus amigos y sus familiares,
que no sean un gobierno faccioso y de unos cuantos, que sea representativo de
todos y, sobre todo, que garanticen los derechos de todos.
Lo que suceda en Michoacán nos
atañe porque como mexicanos padecemos una afectación común: una mente criminal
nos gobierna.
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