martes, 20 de septiembre de 2011

Diana



Dio en la diana el senador Beltrones con su iniciativa de ley sobre el gobierno de coalición que presentó el miércoles pasado en la sede del Senado. Entre la opinión publicada no pocas plumas le han dedicado atención puntual. Una propuesta de fondo para superar los defectos del gobierno dividido que padece México desde 1997, con una atenta indicación de que el México bronco es ya más que una advertencia, es una realidad.



Dio en la diana Peña Nieto con su teledestape del lunes 19 de septiembre, ejecutado no por el dedo del señor, sino por la empresa Televisa a través del noticiero nocturno que conduce Joaquín López Dóriga, llegando a una audiencia descomunal y festejada por jóvenes y mujeres en las redes sociales. Teledestape que fue precedido por el intento del rescate público que se operó a favor de la figura de Arturo Montiel (Escribí intento, eh) figura que estropeó Televisa y el Diario Reforma (la verdad es que Montiel perdió la cordura por una francesita, lo demás es calentura de columnistas rigurosamente aceitados).



Dos flechadores que pueden celebrar el hecho de que dieron en el blanco, pero no en el mismo blanco. Uno lo hizo en el blanco de la propuesta, de la palabra. El otro dio en el blanco mediático, la imagen del aspirante expuesta  en clave mesiánica.



Tino perceptible en medio del pasmo que priva en el Partido Acción Nacional y en el de la Revolución Democrática. Anunciando que la verdadera disputa por la presidencia  será dentro de la clase política priísta ¿Acaso no ha sido así en el México posrevolucionario, a pesar de la alternancia?



Pero hay de dianas a dianas, una es acertar en el blanco y otra es la diana que procede de la milicia, el toque al comienzo de la jornada para despertar a la tropa (RAE). Hoy por la mañana las tropas se han espabilado con la diana puesta en ocho columnas por el diario La Razón de México Zedillo, a juicio en Corte de EU por la matanza de Acteal . Una diana que pegó en el cuartel priísta. Emilio Chuayffet y Liébano Sáenz, de la avanzada de Enrique Peña Nieto, sin decir esta boca es mía.

Estimados, esta sucesión está para que corra la sangre. Los políticos confían en el aguante de la sociedad civil ¿Será?


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