Inicia el mes de agosto, un mes que promete definiciones. Una de ellas la formación de una coalición gobernante pues el grupo político ganador del dos de julio se desenvuelve en medio de estrechez operativa, ya sea por ignorancia, inexperiencia o soberbia. Se acabó el tiempo de la experimentación y la mediatización que han inhibido los acuerdos.
No se puede mantener una beligerancia en los medios entre dos administraciones, la federal y la capitalina. En los hechos, los vasos comunicantes entre los dos aparatos no se han obstruido. La foto y el saludo entre Felipe Calderón y Marcelo Ebrard es menos importante que la colaboración efectiva que han mantenido desde el inicio de su respectiva gestión. No puede ser de otro modo, finalmente Hacienda dio su aval para la renegociación de la deuda del gobierno de la ciudad de México.
Esto no significa que el PRD, el partido de Ebrard, vaya a realizar acuerdos con el gobierno panista. El distanciamiento o el regateo de la colaboración perredista es lógico después de la campaña sucia que se hizo en contra de su pejecandidato. No se sabe si los señores Dick Morris y Antonio Sola, así como enseñaron a ensuciar también tengan remedios de limpieza para que Felipe Calderón componga las relaciones con sus opositores.
Por el lado el PRI hay posibilidades de que el actual gobierno llegue a acuerdos, de hecho los ha habido (el de la toma de posesión y el de la reforma a la Ley del ISSSTE) Pero no son suficientes y para que se den el gobierno y su partido deben cambiar de actitud hacia el priísmo. En Baja California, se han prodigado recursos para detener la candidatura de Jorge Hank Rohn y el resultado es el fortalecimiento del mexiquense, al grado de que lo ponen ya en empate técnico con el panista José Osuna. Pese a la permanente descalificación moral que se vierte sobre el candidato priísta su candidatura no se ha venido a menos, como sí le ocurrió a Roberto Madrazo. La leyenda negra no tendrá éxito si no se tiene en cuenta (por desconocimiento) la labor proselitista desarrollada por Hank Rohn. Vivir en Baja California es condición para valorar sus posibilidades. Y lo que no se puede negar es que existen condiciones institucionales y materiales para el regreso del PRI al gobierno de ese estado fronterizo.
La colaboración del PRI también se encuentra atada al proceso oaxaqueño que hoy hace confluir la protesta social con elecciones para un nuevo congreso local. Cualquier paso en falso del gobierno, en un terreno sembrado de minas por el gobierno que le antecedió, podría sacar de control el frágil equilibrio que ya superó los festejos de la Guelaguetza. Pero las elecciones están ahí como detonante de una nueva inestabilidad. Es factible que el activismo de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca terminé afectando a las organizaciones que integran el Frente Amplio Opositor. Que las últimas detonaciones del EPR en la capital oaxaqueña tampoco le hacen el favor al FAP. Y si el PRI resulta favorecido, este instituto incrementará su margen de negociación y puede quedar como la fuerza que garantiza los acuerdos mínimos.
De esos acuerdos el más discutido y más aventajado es el de la reforma fiscal, lo que no significa una inminente vía rápida, ni que la reforma no deje de ser cuestionada en su vertiente recaudadora. Pero si Felipe Calderón y su equipo están dispuestos a afrontar las consecuencias de un acuerdo que modifique los planteamientos originales, lo que resulte puede transformarse en oportunidad para demostrar que se puede hacer un mejor ejercicio del gasto público. Esa es su ventaja, hacer más y bien con lo que se disponga. Exactamente en la ruta opuesta desplegada por el foxismo, de derroche y frivolidad.
No se puede mantener una beligerancia en los medios entre dos administraciones, la federal y la capitalina. En los hechos, los vasos comunicantes entre los dos aparatos no se han obstruido. La foto y el saludo entre Felipe Calderón y Marcelo Ebrard es menos importante que la colaboración efectiva que han mantenido desde el inicio de su respectiva gestión. No puede ser de otro modo, finalmente Hacienda dio su aval para la renegociación de la deuda del gobierno de la ciudad de México.
Esto no significa que el PRD, el partido de Ebrard, vaya a realizar acuerdos con el gobierno panista. El distanciamiento o el regateo de la colaboración perredista es lógico después de la campaña sucia que se hizo en contra de su pejecandidato. No se sabe si los señores Dick Morris y Antonio Sola, así como enseñaron a ensuciar también tengan remedios de limpieza para que Felipe Calderón componga las relaciones con sus opositores.
Por el lado el PRI hay posibilidades de que el actual gobierno llegue a acuerdos, de hecho los ha habido (el de la toma de posesión y el de la reforma a la Ley del ISSSTE) Pero no son suficientes y para que se den el gobierno y su partido deben cambiar de actitud hacia el priísmo. En Baja California, se han prodigado recursos para detener la candidatura de Jorge Hank Rohn y el resultado es el fortalecimiento del mexiquense, al grado de que lo ponen ya en empate técnico con el panista José Osuna. Pese a la permanente descalificación moral que se vierte sobre el candidato priísta su candidatura no se ha venido a menos, como sí le ocurrió a Roberto Madrazo. La leyenda negra no tendrá éxito si no se tiene en cuenta (por desconocimiento) la labor proselitista desarrollada por Hank Rohn. Vivir en Baja California es condición para valorar sus posibilidades. Y lo que no se puede negar es que existen condiciones institucionales y materiales para el regreso del PRI al gobierno de ese estado fronterizo.
La colaboración del PRI también se encuentra atada al proceso oaxaqueño que hoy hace confluir la protesta social con elecciones para un nuevo congreso local. Cualquier paso en falso del gobierno, en un terreno sembrado de minas por el gobierno que le antecedió, podría sacar de control el frágil equilibrio que ya superó los festejos de la Guelaguetza. Pero las elecciones están ahí como detonante de una nueva inestabilidad. Es factible que el activismo de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca terminé afectando a las organizaciones que integran el Frente Amplio Opositor. Que las últimas detonaciones del EPR en la capital oaxaqueña tampoco le hacen el favor al FAP. Y si el PRI resulta favorecido, este instituto incrementará su margen de negociación y puede quedar como la fuerza que garantiza los acuerdos mínimos.
De esos acuerdos el más discutido y más aventajado es el de la reforma fiscal, lo que no significa una inminente vía rápida, ni que la reforma no deje de ser cuestionada en su vertiente recaudadora. Pero si Felipe Calderón y su equipo están dispuestos a afrontar las consecuencias de un acuerdo que modifique los planteamientos originales, lo que resulte puede transformarse en oportunidad para demostrar que se puede hacer un mejor ejercicio del gasto público. Esa es su ventaja, hacer más y bien con lo que se disponga. Exactamente en la ruta opuesta desplegada por el foxismo, de derroche y frivolidad.