“Un articulista, rico en vocabulario
médico, hilvana escritos donde habla de la lucha en embrión, del síndrome
premonitorio de una próxima y virulenta anarquía de los núcleos y células
comunistas parásitos enquistados en la vida política mexicana, y que habría de
extirpar con métodos de asepsia efectiva, o nulificar y canalizar por medio de
una oportuna profilaxis: procedimientos preferibles a una sangrienta y
extemporánea terapéutica.”
Fernando del Paso
La naturaleza telúrica de esta
tierra, escriturada hace siglos en la Piedra del Sol o Calendario Azteca.
Tiembla de nuevo en la costa oaxaqueña y los gobernantes no se sienten
aludidos, interpelados. Tiembla tierra, a ti te habla tlatoani o cacique,
presidente, jefe de gobierno o gobernador.
Enrique Peña Nieto metido en lo
suyo, ganar elecciones. Miguel Ángel Mancera patético, formó una comisión de
reconstrucción por el 19-S para no distraer sus aspiraciones presidenciales hoy
clausuradas. Se le desintegró la comisión y ahora busca una senaduría.
Alejandro Murat, el nepote, no está para presumir su juvenil presencia, de tan
apestado, hasta el helicóptero que lo acercó a la zona del epicentro sísmico
del 16 de febrero de 2018 se le desplomó, que mata y deja malheridos a paisanos
suyos. Para los gobernantes atento recordatorio, los temblores son inductores
del voto.
El domingo pasado, 18 de febrero,
se aprobaron por asamblea las candidaturas presidenciales de los prospectos
reales, creíbles. En el Foro Sol, el tecnócrata y no priísta José Antonio
Meade, arropado por un evento multitudinario de corte populista. En el
Auditorio Nacional, Ricardo Anaya, la esperanza amarilla, azul y naranja,
ubicándose en el centro de la mixtura ideológica. En el Hotel Hilton, de la
avenida Juárez, el motejado populista prefiere una reunión elitista con sus
cercanos, quienes conforman la élite morenopestista.
Ya no hay valores o quieren confundir.
Todavía las campañas son inexistentes,
eso dicta la ley y acata la autoridad. Pero por favor, convenzan a las redes
sociales y a los articulistas y columnistas.
Después del domingo el tema es
López Obrador, para quienes lo aman como para quienes lo odian. Provoca
reacciones, siempre ha sido así, directo a la epidermis, al menos desde su gestión
como jefe de gobierno del DDF. Lo que no mata fortalece. AMLO es recipiendario
de la misma estrategia de odio. El remoquete de Mesías de tanto usarse se
desgasta y los detractores que difunden esa especie se ponen apocalípticos,
anuncian el fin de los tiempos. Y sí, AMLO ha crecido gracias a la millonaria
propaganda negra. Lo bueno, lo mejor y deseable sería que los antimesiánicos dedicaran su atención a
los otros candidatos, divulgando sus propuestas y evitar ser promotores
involuntarios de la polarización. Ser razonables, no son tiempos de fariseos,
ni de Pilatos.