Uno de los activos democráticos del país son las condiciones para el debate que se han desplegado en su formación desde 1977. Debate que se confunde a veces con alegato de leguleyos, discusión de cantina, charla de café y con dificultad se construye como diálogo que realiza una mejor convivencia social y un mejor ejercicio gubernamental. Ese debate es todavía una esperanza, lo que se espera del intercambio de ideas, un debate que fortalece al Estado.
Hay debates que son chismorreos, como el que exhibe las desavenencias al interior del PAN. Hay debates que tienen de fondo la primacía del interés público y el combate a la desigualdad, como el incorporado alrededor de la llamada Ley Televisa. Otros debates que no son claros de inicio e incierta es su conclusión, como la fiscalización de la publicidad en radio y televisión que hace el IFE de la propaganda electoral de los partidos. De todo ello se ha hablado en la semana. Pero ninguno tiene los alcances del debate iniciado por la Comisión Permanente del Congreso con el Ejecutivo federal.
El miércoles, los legisladores de oposición hicieron un exhorto al presidente Felipe Calderón demandando el fortalecimiento de los cuerpos policíacos para que sean los primeros encargados de combatir a la empresa delincuencial, como la ley plantea. Formar una mejor policía para evitar el uso del Ejército en las tareas de seguridad pública.
El Jueves, desde Gómez Palacio, Durango, el presidente respondió con una interpretación del exhorto: “Ni un paso atrás”. Nadie le pidió abdicar de su lucha, que es de todos. Pero tampoco se trata de dividir al país entre buenos y malos. Valentón, desde las seguridades del Estado Mayor Presidencial, dijo que su gobierno no se va acobardar, ni se va a retrotraer ante la realidad delictiva. Felipe Calderón preguntó a su auditorio, sugirió, que los legisladores del PRD y el PRI quieren un futuro dominado por la delincuencia. Exceso retórico más digno de campaña electoral que de diálogo entre poderes.
Ese diálogo entre poderes, sobre la participación de las Fuerzas Armados en el combate del crimen organizado, puede tener un curso más formal y productivo, como la solicitud al Congreso de la suspensión de las garantías individuales donde se considere que el narco ha rebasado a la autoridad. No es una exageración del futuro, es ya un presente que se vive según lo declara Eduardo Medina Mora, al frente de la PGR: “hay una cierta pérdida de elementos centrales de la potestad del Estado” . Controlan a la policía, cobran impuestos.
Que no se vaya solo el presidente, para que no le ocurra lo que a Gustavo Díaz Ordaz, que utilizó al Ejército hasta empantanarlo en la guerra sucia. El exhorto de los legisladores de oposición no está aislado de la opinión pública que pide no centrar la lucha desde el Ejército, que exige una acción integral. El gobierno tiene piezas no bélicas para acompañar esta guerra. No sólo la política social, también la inteligencia fiscal y financiera que hasta ahora se aprecian de bajo perfil. No se confíe de los gobernadores que hoy le aplauden, son los mismo que decían no tener problemas en sus estados y mucha información deben tener.
Con una estrategia integral se pueden tener resultados notables en este mismo sexenio, evitar el fiasco. Hay que darle oportunidad al debate en vez de sembrar desplantes de encono mal disimulado.
Hay debates que son chismorreos, como el que exhibe las desavenencias al interior del PAN. Hay debates que tienen de fondo la primacía del interés público y el combate a la desigualdad, como el incorporado alrededor de la llamada Ley Televisa. Otros debates que no son claros de inicio e incierta es su conclusión, como la fiscalización de la publicidad en radio y televisión que hace el IFE de la propaganda electoral de los partidos. De todo ello se ha hablado en la semana. Pero ninguno tiene los alcances del debate iniciado por la Comisión Permanente del Congreso con el Ejecutivo federal.
El miércoles, los legisladores de oposición hicieron un exhorto al presidente Felipe Calderón demandando el fortalecimiento de los cuerpos policíacos para que sean los primeros encargados de combatir a la empresa delincuencial, como la ley plantea. Formar una mejor policía para evitar el uso del Ejército en las tareas de seguridad pública.
El Jueves, desde Gómez Palacio, Durango, el presidente respondió con una interpretación del exhorto: “Ni un paso atrás”. Nadie le pidió abdicar de su lucha, que es de todos. Pero tampoco se trata de dividir al país entre buenos y malos. Valentón, desde las seguridades del Estado Mayor Presidencial, dijo que su gobierno no se va acobardar, ni se va a retrotraer ante la realidad delictiva. Felipe Calderón preguntó a su auditorio, sugirió, que los legisladores del PRD y el PRI quieren un futuro dominado por la delincuencia. Exceso retórico más digno de campaña electoral que de diálogo entre poderes.
Ese diálogo entre poderes, sobre la participación de las Fuerzas Armados en el combate del crimen organizado, puede tener un curso más formal y productivo, como la solicitud al Congreso de la suspensión de las garantías individuales donde se considere que el narco ha rebasado a la autoridad. No es una exageración del futuro, es ya un presente que se vive según lo declara Eduardo Medina Mora, al frente de la PGR: “hay una cierta pérdida de elementos centrales de la potestad del Estado” . Controlan a la policía, cobran impuestos.
Que no se vaya solo el presidente, para que no le ocurra lo que a Gustavo Díaz Ordaz, que utilizó al Ejército hasta empantanarlo en la guerra sucia. El exhorto de los legisladores de oposición no está aislado de la opinión pública que pide no centrar la lucha desde el Ejército, que exige una acción integral. El gobierno tiene piezas no bélicas para acompañar esta guerra. No sólo la política social, también la inteligencia fiscal y financiera que hasta ahora se aprecian de bajo perfil. No se confíe de los gobernadores que hoy le aplauden, son los mismo que decían no tener problemas en sus estados y mucha información deben tener.
Con una estrategia integral se pueden tener resultados notables en este mismo sexenio, evitar el fiasco. Hay que darle oportunidad al debate en vez de sembrar desplantes de encono mal disimulado.