No se tienen los detalles
precisos del accidente industrial, la empresa no tiene interés en informar con
amplitud. La Jornada (11-04-2013) ha entrevistado a
trabajadores, quienes conteniendo el miedo, describen el lugar del accidente
como un túnel por el que atraviesan tuberías de distinto propósito para el
proceso de elaboración de la cerveza. Sobre lo sucedido hay un hermetismo
criminal del consorcio. Se entregaron los cuerpos a los familiares de las
víctimas de la madrugada del 7 de abril de este año. No se sabe de
autopsia alguna y se queda en la
especulación. Es posible que en ese túnel, con deplorable ventilación y sin el
equipo de protección exigible, se haya dado una fuga de gases o se hayan
utilizado químicos para hacer los trabajos de limpieza y mantenimiento. Al no
tomarse las medidas de seguridad para el uso de químicos o exposición a gases,
estos reaccionaron al mezclarse provocando la sofocación letal de los
trabajadores.
Desde hace por lo menos dos
décadas, el Grupo Modelo ha enfrentado los costos de la contratación colectiva
por medio de la subcontratación, ahora legalizada con la reforma laboral. Se
venían haciendo recortes anuales de los empleados no sindicalizados. El caso es
disminuir los compromisos laborales a como dé lugar. Por lo que deja ver el
accidente, también se han maximizado ganancias reduciendo los costos de la
seguridad industrial.
Todo un esquema de gestión
empresarial explosivo para minimizar el costo del cumplimiento de la
legislación laboral, desde recortes para reducir el costo de las pensiones
hasta reducir los gastos relacionados con la seguridad. Esa es la modernidad de
una empresa líder en su ramo. Sea pues por alcanzar el vellocino de oro de la competitividad.
No es un caso aislado, es más
bien una conducta institucionalizada en las empresas, no importa su tamaño,
giro o régimen de propiedad, las condiciones de seguridad e higiene quedan
rebasadas por las exigencias de la relación costo-beneficio. Los
capitanes de las empresas dan rienda suelta a sus inclinaciones de
sicópatas: No los conmueve el dolor humano de la gente que contratan porque
para ellos no se trata de personas, son cosas y ya. La ausencia de empatía es
brutal, un regreso al peor rostro de las haciendas del siglo XIX. El trabajo
asalariado en la actualidad a veces adquiere la forma de una nueva servidumbre.
Es esa la modernidad presumida.
No hay acto de autoridad que se
haga valer. La autoridad respectiva se dedica a administrar el conflicto
laboral encarecido por la amenaza del desempleo. La previsión social queda
reducida a simple enunciado en el papel. Recordemos algunos sucesos fatales que
exhiben la debilidad de la autoridad: La explosión en la mina de Pasta de
Conchos en Coahuila y la muerte de 65 mineros que no tuvieron civil sepultura
(19 de febrero de 2006); qué decir del incendio de la guardería ABC de Hermosillo,
Sonora, se acabó con la vida de 49 niños (5 de junio de 2009); o el otro
incendio de la tienda Coppel en Culiacán, Sinaloa, que hizo arder hasta la
muerte a seis trabajadoras literalmente encerradas a piedra y lodo por su
patrón en su centro de trabajo (10 de noviembre de 2010); en agregación de
fatalidades conocidas, divulgadas en los medios, la explosión en la Torre B de
PEMEX (31 de enero de 2013) donde perdieron la vida 37 personas, casi todos
empleados de la empresa.
Por qué es abandono de la seguridad
en los centros de trabajo. No se tiene justificación. Se explica, sí, por la
ambición de ganancias constantes, crecientes o aseguradas.
Un modelo insensible tiene que
ser revisado en sus supuestos de libre mercado. Se dice que el mercado laboral se
rige por el principio de la libre contratación y de ahí se derivan salarios
precarios pues la oferta de mano de obra es mayor que la demanda. No se dice
que el ahorro de los empresarios se traslada a las finanzas de los gobiernos
pues estos ofrecen transporte público subsidiado y así el trabajador pueda
llegar a su centro de labores; resulta también, que bajo el supuesto de esa ley
económica, el sueldo no alcanza para comer bien y sano, luego pues, se tiene un
problema de salud pública con la obesidad. El colmo es que luego se quejan de
la informalidad cuando en los hechos resulta una salida para la producción de
la economía informal: la industria cigarrera, por ejemplo, abastece a los
consumidores a través de los vendedores callejeros.
Es tiempo de dejar atrás tanta
simplificación, tanta palabrería, para construir una economía centrada en las
personas.