El presidente Enrique Peña Nieto
avanza en la recuperación de la rectoría del Estado en materia educativa.
Primero dio cauce a la reforma constitucional para formalmente apuntalar la tal
rectoría. Acto seguido, sometió a la líder magisterial Elba Esther Gordillo y
con ello detuvo la escalada en contra de la reforma por parte del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación. En un tercer movimiento, Peña Nieto se dispone
a diluir la oposición de los maestros que forman parte de la disidencia dentro
del SNTE, con la disposición de recurrir a garrotazos si éstos optan por la
acción directa como la toma de edificios públicos o carreteras, es el caso de
la ocupación de la autopista del sol que fue liberada por la policía federal el
viernes 5 de abril.
El desastre en materia educativa
llevará lustros componerlo, si acaso se pondrán los cimientos.
No se trata sólo de someter o
convencer a los normalistas, es imperioso hacer públicos desde la autoridad la
serie de decisiones o prácticas corruptoras que degradaron la educación en
México. A nadie conviene depositar la basura debajo de la alfombra.
La educación se degradó debido,
entre otras causas, a los pactos que los sucesivos gobiernos, los del PRI y los
del PAN, los del PRD para el caso de algunas administraciones locales, hicieron
con la organización gremial de los maestros. Pactos perversos donde el
intercambio de apoyo político primaba sobre los propósitos de la educación
pública. De manera simple, los políticos y los gobiernos solicitaban el apoyo
político de los profesores, de manera relevante en materia de operación
electoral, a cambio de prestaciones, dinero y puestos de elección popular.
Posteriormente, durante la primera alternancia, el gremio llegó a cotizar sus
apoyos a cambio de puestos de la administración federal. Es obligado tomar la
decisión de que ese tipo de pactos no caben más en México, no se vale hacerse
de la vista gorda.
Otra fuente de la degradación ha
sido la descarada intervención gubernamental al entronizar a los líderes
nacionales del magisterio, a sabiendas de que “existe” autonomía sindical. Como
llegó la profesora Gordillo, como ha llegado Juan Díaz, de la mano del
presidente en turno. La deliberación democrática no tiene lugar en la mayoría
de los sindicatos y el SNTE no es la excepción ¿Cuáles son las prendas del
nuevo Juanito? Hasta ahora, por increíble que parezca, los medios prefieren
mantenerlo en el anonimato, ni él mismo se esfuerza ofrecer ante los medios su
valía, mucho menos ha dejado artículo o ensayo que nos den cuenta de sus
cualidades. Es hijo de camaleónico sistema. No basta que Los Pinos difundan una
foto donde aparece departiendo el señor Díaz con el Presidente y el secretario
de educación, no creo que sean los modos de una presidencia democrática.
Entregado el magisterio a la
política, su función docente quedó degradada. Los empeños por mejorar su
formación mera simulación o acaso la fundación de la Universidad Pedagógica
Nacional, que data de los tiempos de Luis Echeverría, no debió contribuir a
continuar la profesionalización de los docentes y entonces el desastre no nos
hubiera alcanzado.
Lo que ocurrió fue el control del
sindicato, de sus líderes, sobre los recursos públicos para la educación y la
organización los manejo no tanto para mejorar las capacidades de los
profesores, sino para procurar plazas para los familiares, para subastarlas en
compraventa o para formar apoyo y sustentación a los gobiernos locales. Oaxaca,
Guerrero y Michoacán son emblemáticos.
Por eso, en abono de la
credibilidad, la autoridad tiene que exhibir esta degradación de la que otras
administraciones han sido cómplices. De otra manera, se corre el riego de
labrar una estruendosa decepción, que lo será más si se depende del fatuo linchamiento
de la movilización magisterial. Siendo optimistas, la profesionalización de los
maestros que promete la reforma y su efecto sobre la educación no la veremos sino
en el largo plazo, fortaleciendo lealmente la educación pública.
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