jueves, 11 de abril de 2013

Modelo de insensibilidad

Una operación que aparentemente no requería de mayor complejidad -por el sueldo y la nula capacitación eso se infiere- se convirtió en desgracia fatal. Siete trabajadores en labores de mantenimiento dentro de las instalaciones de la Cervecería Modelo, ubicadas en la colonia Anáhuac de la Cd. De México, murieron por no poder respirar: se asfixiaron.

No se tienen los detalles precisos del accidente industrial, la empresa no tiene interés en informar con amplitud. La Jornada (11-04-2013) ha entrevistado a trabajadores, quienes conteniendo el miedo, describen el lugar del accidente como un túnel por el que atraviesan tuberías de distinto propósito para el proceso de elaboración de la cerveza. Sobre lo sucedido hay un hermetismo criminal del consorcio. Se entregaron los cuerpos a los familiares de las víctimas de la madrugada del 7 de abril de este año. No se sabe de autopsia  alguna y se queda en la especulación. Es posible que en ese túnel, con deplorable ventilación y sin el equipo de protección exigible, se haya dado una fuga de gases o se hayan utilizado químicos para hacer los trabajos de limpieza y mantenimiento. Al no tomarse las medidas de seguridad para el uso de químicos o exposición a gases, estos reaccionaron al mezclarse provocando la sofocación letal de los trabajadores.

Desde hace por lo menos dos décadas, el Grupo Modelo ha enfrentado los costos de la contratación colectiva por medio de la subcontratación, ahora legalizada con la reforma laboral. Se venían haciendo recortes anuales de los empleados no sindicalizados. El caso es disminuir los compromisos laborales a como dé lugar. Por lo que deja ver el accidente, también se han maximizado ganancias reduciendo los costos de la seguridad industrial.

Todo un esquema de gestión empresarial explosivo para minimizar el costo del cumplimiento de la legislación laboral, desde recortes para reducir el costo de las pensiones hasta reducir los gastos relacionados con la seguridad. Esa es la modernidad de una empresa líder en su ramo. Sea pues por alcanzar el vellocino de oro de la competitividad.

No es un caso aislado, es más bien una conducta institucionalizada en las empresas, no importa su tamaño, giro o régimen de propiedad, las condiciones de seguridad e higiene quedan rebasadas por las exigencias de la relación costo-beneficio. Los capitanes de las empresas dan rienda suelta a sus inclinaciones de sicópatas: No los conmueve el dolor humano de la gente que contratan porque para ellos no se trata de personas, son cosas y ya. La ausencia de empatía es brutal, un regreso al peor rostro de las haciendas del siglo XIX. El trabajo asalariado en la actualidad a veces adquiere la forma de una nueva servidumbre. Es esa la modernidad presumida.

No hay acto de autoridad que se haga valer. La autoridad respectiva se dedica a administrar el conflicto laboral encarecido por la amenaza del desempleo. La previsión social queda reducida a simple enunciado en el papel. Recordemos algunos sucesos fatales que exhiben la debilidad de la autoridad: La explosión en la mina de Pasta de Conchos en Coahuila y la muerte de 65 mineros que no tuvieron civil sepultura (19 de febrero de 2006); qué decir del incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, se acabó con la vida de 49 niños (5 de junio de 2009); o el otro incendio de la tienda Coppel en Culiacán, Sinaloa, que hizo arder hasta la muerte a seis trabajadoras literalmente encerradas a piedra y lodo por su patrón en su centro de trabajo (10 de noviembre de 2010); en agregación de fatalidades conocidas, divulgadas en los medios, la explosión en la Torre B de PEMEX (31 de enero de 2013) donde perdieron la vida 37 personas, casi todos empleados de la empresa.

Por qué es abandono de la seguridad en los centros de trabajo. No se tiene justificación. Se explica, sí, por la ambición de ganancias constantes, crecientes o aseguradas.

Un modelo insensible tiene que ser revisado en sus supuestos de libre mercado. Se dice que el mercado laboral se rige por el principio de la libre contratación y de ahí se derivan salarios precarios pues la oferta de mano de obra es mayor que la demanda. No se dice que el ahorro de los empresarios se traslada a las finanzas de los gobiernos pues estos ofrecen transporte público subsidiado y así el trabajador pueda llegar a su centro de labores; resulta también, que bajo el supuesto de esa ley económica, el sueldo no alcanza para comer bien y sano, luego pues, se tiene un problema de salud pública con la obesidad. El colmo es que luego se quejan de la informalidad cuando en los hechos resulta una salida para la producción de la economía informal: la industria cigarrera, por ejemplo, abastece a los consumidores a través de los vendedores callejeros.

Es tiempo de dejar atrás tanta simplificación, tanta palabrería, para construir una economía centrada en las personas.

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