Lo que diga y se haga desde el
gobierno en pro de obtener los resultados que la sociedad demanda está
relacionado con la credibilidad alcanzada por una administración.
En el revuelo informativo
generado por la cascada electoral del fin de semana pasado, el quehacer del
gobierno federal, la difusión de su ejercicio para ser precisos, no mereció la
atención correspondiente a la importancia de lo comunicado. Pesó más la
referencia hecha a propósito de las elecciones que hizo el presidente Peña
Nieto: “Corresponde ahora a todos los candidatos y partidos políticos acatar la
decisión ciudadana expresada en las urnas”. Declarado desde Los Pinos durante
la presentación de la estrategia de contratación pública el lunes 8 de julio.
De acuerdo con la continuidad
sibilina prevaleciente, el evento encargado al secretario de Hacienda, Luis
Videgaray Caso, éste se acogió a la palabra mágica de los gobiernos
blanquiazules: estrategia (fanfarrias por favor) Fuera de su connotación
original en el ejercicio de la guerra, poco se entiende la llamada estrategia a
no ser que se quiera reducir a un breve conjunto de medidas administrativas. Y
de eso se trata, nada más. No tiene punto de arranque, una descripción somera
de la realidad y cuál es la transformación objetivo a alcanzar. Así las cosas,
el mensaje perdió fuerza y casi nadie reparó en los puntos de la estrategia, ni
en el esfuerzo explicativo que hizo el Presidente por aclararlos en su
alocución.
No es fácil adornar los
procedimientos administrativos, nada más asomarse al berenjenal de la Ley de
Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y su reglamento. En la rigidez de los
procedimientos hay disposiciones, llaves, que permiten el flujo del ejercicio.
Esas llaves las tienen los oficiales mayores de las cabezas de sector y las
autoridades hacendarias. La burocracia no es un campo fértil para la
inteligencia estratégica.
Como no se detienen en comunicar
los vericuetos del ejercicio presupuestal la estrategia presentada no mereció
valor informativo. La prensa destacó el abatimiento del subejercicio, semanas
atrás denunciado por los empresarios, recuperando lo dicho por el secretario de
Hacienda: "Al cierre de este primer semestre, con cifras preliminares, los ramos
administrativos del gasto programable han ejercido el 99.1 por ciento de su
presupuesto programado. Es decir, las dependencias de la Administración Pública
Federal han, prácticamente, eliminado el subejercicio”
En otros tiempos, Don Jesús Reyes
Heroles simplemente despedía al funcionario que incurría en subejercicio sin
justificar o mal justificado. Se ahorraba la estrategia.
Eso del ejercicio presupuestal da
para “recordar que el Estado (gobierno) es un actor económico esencial, al ser
principal consumidor e inversionista de la nación” EPN. El paréntesis corre de
mi parte.
No se ignora, mucho menos se
desmerece la inversión privada que el gobierno no descansa en promoverla: es su
chamba también. Por eso importa la reunión
que al día siguiente sucedió entre Peña Nieto y el Consejo Mexicano de
Hombres de Negocios.
Antes o después de compartir el
pan y la sal, no se aclara en los sitios web oficiales, se dio una conferencia
de prensa encabezada por Idelfonso Guajardo, secretario de Economía, y el
presidente del CMHN, para anunciar la inversión para este año de las empresas
integradas en el mencionado Consejo. 27 mil millones de dólares, condicionados
por Claudio X. González “en la medida de que se den las reformas y se
instrumenten las que ya se aprobaron y las que están por venir”
Llama la atención lo desangelado
de la conferencia, más el elogio del secretario de que somos una economía
exportadora de capitales. Será el sereno, pero de lo que se trata es que
lleguen capitales a México no de que salgan. A lo mejor Guajardo no se ha
enterado de la Cruzada contra el hambre, o le parece poco el tamaño de la
economía informal.
--0--
Me tomaré una semana más de
paseo, hasta entonces.