El viernes 13 de noviembre de
2015, el día de los abominables ataques ocurridos en París, mal fario para la
Conferencia/Cumbre sobre el cambio climático de París, 30 Nov – 11 Dic 2015.
La conferencia mundial fue
compartida con el tema del terror. Terror que se da en el contexto/disputa
política sobre el Medio Oriente y sus yacimientos de hidrocarburos. COP21, su
catarata de discursos y algunos desplantes diplomáticos de mandatarios que se
niegan el saludo. La majadería se impone a la diplomacia. En la cumbre, como en
México, políticos y burócratas dan discursos sin devolución, son un desperdicio
de papel. A los más que se llega es a compromisos salvíficos libres de sanción
por incumplimiento. Sin presentar el modo de operar, técnica y efectivamente,
las medidas que se propondrán, depositadas en la confianza de la buena
voluntad, presa de intereses en buena medida de carácter económico. Los
negocios primero, después que venga el diluvio.
Se omite recordar que el
calentamiento (y el enfriamiento) del planeta es más que milenario, sobre el
cual se ha tendido una explicación, digamos astrofísica, acorde a la
naturaleza, para la cual no hay fortaleza de la humanidad que la detenga.
El asunto del cambio climático
que se aborda en París es el relacionado con la explotación del planeta por la
acción de la mano del hombre, de manera devastadora desde la revolución
industrial, dando origen al reconocimiento de la técnica laica al servicio de
la civilización. Admiración traducida en sucesivos cambios tecnológicos,
desarrollados las más de las veces sin reparar en las consecuencias dañinas,
francamente destructivas para el ciclo de la vida en la Tierra.
Pero la dificultad, la
resistencia que detiene las acciones globales sobre el calentamiento del
planeta están en el paradigma económico liberista, de competencia y
productividad que no admite esquema alguno de protección, que adicionalmente
desacredita todo principio de regulación.
En el medio ambiente el mercado
ha encontrado su límite, pues el mercado es parte del problema antes que la
solución. Bajo esta consideración, las autoridades de México, como de la
mayoría de las naciones participantes en la conferencia mundial sobre cambio
climático, son auténticos profetas desarmados. Prefieren celebrar acuerdos
comerciales sin tomar las debidas salvaguardas ambientales, las cuales se
ignoran o son marginales.
De cumbre a cumbre el dilema es,
COP21 v.s. Davos.