jueves, 22 de agosto de 2019

Apoyar a la Ciencia, sin simulación


En los últimos meses se ha esparcido una controversia chispeante entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la directora del CONACYT de un lado, con el corporativismo científico-tecnológico que encuentra su expresión más acabada en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

Acicateados por las declaraciones presidenciales que no han terminado por analizar, menos de asimilar, el 8 de agosto distinguidos líderes del FORO improvisaron una conferencia de prensa. Defensivos y poco esclarecedores se enredaron con el discurso presidencial. Empezaron por ironizar sobre el pensamiento único, sin alcanzar a descifrar el sentido figurado del fraseo que les endilga desconocer la realidad.


Conviene a esta polémica un primer paso, sacar de toda ambigüedad cuál es la naturaleza o, más bien, la personalidad jurídica del FORO. La certeza positiva es que se trata de una asociación civil en la que confluyen otras asociaciones, centros de educación superior y organismos empresariales. La otra certeza es en negativo, el FORO no es un organismo público de la burocracia central, descentralizada, desconcentrada o de ente autónomo.

Dónde inicia la ambigüedad, desde la ley de ciencia promulgada por Fox el 5 de junio de 2002, en la que no se le constituye al FORO como un organismo público para que registre su estructura orgánica en Hacienda, así poder solicitar y ejercer presupuesto público con las obligaciones, responsabilidades y sanciones inherentes a la función pública. Se le menciona como un asesor áulico en la materia.

Como de inicio el FORO no está sustanciado, corporeizado, el 27 de septiembre de 2002 se protocoliza ante notario la asociación civil denominada Foro Consultivo Científico y Tecnológico. Se erige por la voluntad y la firma de sus integrantes. Ellos se hicieron y ellos deciden si se disuelven, al Ejecutivo no le incumbe.
El FORO se parapeta en un artículo de la Ley Fox, el 38, para hacerse de recursos que en principio pertenecen al CONACYT y este los transfiere. Cuánto aportan los integrantes de esta asociación o todo lo resuelve papá gobierno. Es de interés público que la Asesoría Jurídica de la Presidencia desambigüe la situación del FORO. Con mayor razón cuando se tiene establecida una política de austeridad que ha sustraído a las organizaciones civiles, sin excepción, como sujetos receptores de recursos públicos.

Volviendo a la conferencia de prensa citada, se dijo que el presidente no tiene quien lo asesore en Ciencia y Tecnología. Es falso. Al Ejecutivo lo asesoran, para empezar, el CONACYT, los institutos sectorizados que se encuentran en Educación, Energía, Salud, Semarnat, por mencionar algunos. Además, los establecimientos de educación pública superior están en aptitud de asesorar al Ejecutivo y así lo han hecho cada vez que se les ha solicitado.

Algo que no se ha destacado en esta controversia y se mantiene en el subsuelo como si fuera magma, es el tema de los Fondos que maneja el CONACYT. Hay inquietud entre miembros de la comunidad por el tráfico de influencias que ocurre -habría que demostrarlo. Lo cierto es, quien maneja el aparato incide en la distribución de los recursos de los fondos y eso promociona el descontento pues se preguntan ¿Por qué siempre los mismos?

El FORO, la cúpula de cúpulas en Ciencia y Tecnología, tiene que revisar su ubicación institucional para no parecer un pegote. Para empezar.

martes, 20 de agosto de 2019

Reducción, retórica totalitaria


Viernes 16 de agosto, Glorieta del Metro Insurgentes. Reunión de manifestantes que protestan contra la violencia hacia las mujeres y las deficiencias de las autoridades para combatirla. La tarde declina, en medio de fogosos activistas, un golpeador noquea al reportero de televisión Juan Manuel Jiménez. El siniestro suceso redujo la movilización a los instantes de una provocación. Las consignas se congelaron, la ausencia de manifestantes reprimidos por la fuerza pública no fue nota. La parte sustituyó al todo. A río revuelto, pescadores miserables.


La denuncia de una violación tumultuaria de policías -por comprobar- ocurrida en la madrugada del 3 de agosto recién, agitó el de por sí inquieto asfalto de la Ciudad de México. El 12 de agosto fue increpado el director de la policía capitalina, el ambiente se caldeaba en las redes. La autoridad no atinaba a tomar la celeridad que se le exigía. La investigación abierta, cierto, tiene su propio ritmo. Lo que se difundió vertiginosamente sobre lo denunciado son videos. La chica descendiendo de un auto, para después llamar al timbre de un domicilio que no era el suyo sin obtener respuesta. Después se aproximan varias patrullas, se estacionan y llega una ambulancia. Son imágenes que no dan para sacar conclusiones.

Solo la agencia investigadora sabe quién acompañaba a la menor de edad hasta la proximidad de su domicilio. Sabe qué agentes de la policía estuvieron en el lugar, así como la identidad de los rescatistas de emergencias. Qué parte le dieron. Para complicar las cosas, la víctima cambió de domicilio y no se le ha localizado para proseguir la investigación.


Se suman años, lustros, décadas de agresiones asestadas a mujeres en México. Tristemente emblemáticos Ciudad Juárez, La Comarca Lagunera, Ecatepec de Morelos y, ahora, la CDMX. Remitirnos a la sicología de la maldad es insuficiente.

Confío, sí confío, en que pronto la autoridad capitalina resuelva el rompecabezas del caso. En otros eventos delictivos muy sonados ha mostrado capacidad de resolución. De no ser así, Claudia Sheinbaum puede tomar una pendiente de desgaste sin retorno.

Más allá de la coyuntura local, es tiempo de que a nivel nacional se estudie la correlación entre la implantación de organizaciones delictivas y la vejación y asesinato cometido a mujeres. Mientras las organizaciones vayan cayendo una a una, alcanzadas por el brazo de la justicia, menos ataques recibirán las mujeres. También si mejora la condición de las familias, pues la incidencia de violencia ejercida hacia las mujeres ocurre al interior del núcleo familiar.

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