Viernes 16 de agosto, Glorieta
del Metro Insurgentes. Reunión de manifestantes que protestan contra la
violencia hacia las mujeres y las deficiencias de las autoridades para
combatirla. La tarde declina, en medio de fogosos activistas, un golpeador
noquea al reportero de televisión Juan Manuel Jiménez. El siniestro suceso
redujo la movilización a los instantes de una provocación. Las consignas se
congelaron, la ausencia de manifestantes reprimidos por la fuerza pública no
fue nota. La parte sustituyó al todo. A río revuelto, pescadores miserables.
La denuncia de una violación tumultuaria
de policías -por comprobar- ocurrida en la madrugada del 3 de agosto recién,
agitó el de por sí inquieto asfalto de la Ciudad de México. El 12 de agosto fue
increpado el director de la policía capitalina, el ambiente se caldeaba en las
redes. La autoridad no atinaba a tomar la celeridad que se le exigía. La
investigación abierta, cierto, tiene su propio ritmo. Lo que se difundió vertiginosamente
sobre lo denunciado son videos. La chica descendiendo de un auto, para después
llamar al timbre de un domicilio que no era el suyo sin obtener respuesta.
Después se aproximan varias patrullas, se estacionan y llega una ambulancia.
Son imágenes que no dan para sacar conclusiones.
Solo la agencia investigadora
sabe quién acompañaba a la menor de edad hasta la proximidad de su domicilio.
Sabe qué agentes de la policía estuvieron en el lugar, así como la identidad de
los rescatistas de emergencias. Qué parte le dieron. Para complicar las cosas,
la víctima cambió de domicilio y no se le ha localizado para proseguir la
investigación.
Se suman años, lustros, décadas
de agresiones asestadas a mujeres en México. Tristemente emblemáticos Ciudad Juárez,
La Comarca Lagunera, Ecatepec de Morelos y, ahora, la CDMX. Remitirnos a la
sicología de la maldad es insuficiente.
Confío, sí confío, en que pronto
la autoridad capitalina resuelva el rompecabezas del caso. En otros eventos
delictivos muy sonados ha mostrado capacidad de resolución. De no ser así,
Claudia Sheinbaum puede tomar una pendiente de desgaste sin retorno.
Más allá de la coyuntura local,
es tiempo de que a nivel nacional se estudie la correlación entre la
implantación de organizaciones delictivas y la vejación y asesinato cometido a
mujeres. Mientras las organizaciones vayan cayendo una a una, alcanzadas por el
brazo de la justicia, menos ataques recibirán las mujeres. También si mejora la
condición de las familias, pues la incidencia de violencia ejercida hacia las mujeres ocurre al interior
del núcleo familiar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario