Vaya manera de complicar las cosas, de hacer de lo humano algo pecaminoso. Toda la semana los medios impresos le han dedicado espacio al despido de Carmen Aristegui de la empresa de telecomunicaciones MVS. Más tinta ha corrido sobre el tema que acerca de la propuesta de reforma fiscal de los senadores del PRI. No es que el asunto Aristegui no sea relevante, sino que desde el mismo gobierno calderonista se han encargado de hacerlo el tema. El gobierno es responsable de no atajar adecuadamente el “rumor” del alcoholismo que habita en la casa presidencial.
Ya encarrilado el escándalo, Los Pinos, en voz del extraterrestre secretario particular, enfrentó el cuestionamiento de la periodista que hizo el viernes hace ocho días sobre el supuesto alcoholismo. Tan fácil que hubiera sido tomarse la molestia, responder de inmediato a la periodista y sanseacabó. Pero no fue así. Fue hasta el miércoles a las nueve de la noche que se da el pronunciamiento oficial, que evadiendo el tema de las bebidas espirituosas, se concentra en afirmar que el presidente Calderón goza de cabal salud. Se nos expone el cronograma diario del Presidente, que trabaja tanto, que para tal activismo –workoholic- es muy difícil dar rienda suelta a la borrachera.
Roberto Gil Zuarth, se fue por la tangente, no aclaró si al habitante número uno de Los Pinos le gusta el chupe. Se le olvidó, o no le pasaron la tarjeta, pero cuando el licenciado Calderón andaba en campaña, Brozo el payaso le preguntó si le gustaban los charrusquines y FCH respondió que sí, sin hacerse remolón afirmó que en lo personal no le hacía el feo al tequila. La especie del presidente dipsómano no es nueva. La revista Contralínea en alguna ocasión preguntó oficialmente sobre el presupuesto de la casa presidencial dedicado a los vinos. El asunto no es para espantarse, ni para ocultarlo. Al señor, como a muchos otros (incluyendo al que esto escribe) le gustan los placeres báquicos. Por eso decepcionó el extraterrestre cuando no nos informó a qué horas pistea el Presidente. Algo tan sencillo y sin motivo para ocultar si en realidad no le impide a Calderón atender su agenda diaria.
Y dale que dale, el caso nos ha entretenido en exceso cuando noticiosamente han existido otros excesos, como las declaraciones de funcionarios norteamericanos, con o sin WikiLeaks de por medio, sobre la vulnerabilidad de México frente a la narco violencia y su extensión como amenaza a los mismos Estados Unidos. Del lado del gobierno mexicano no son claros o trivializan sobre la "guerra", ya pintando a niños con pintura camuflaje de soldado o trepándose el Presidente en un avión de combate, jugando a que está en un operativo en contra del crimen organizado. Por favor.
El país se está deshaciendo y los panistas ya presumen su caballada para sustituir a Felipe Calderón tras las elecciones presidenciales del 2012. Qué frivolidad. Y quien no se queda atrás en declaraciones desvergonzadas es Marcelo Ebrard, quien con jactancia afirma que las alianzas entre izquierda y derecha llegaron para quedarse. Perdón, pero es una afirmación dogmática. Lo que no aclara Ebrard es si esas alianzas dan para hacerse corresponsables. Tiene “güevos” el jefe de gobierno para corresponsabilizarse de la estrategia federal en contra del crimen organizado o de la política económica neoliberal del régimen. Que lo diga. Entonces sabremos que esas alianzas son de fondo.
Y tú, cautivo lector, a qué hora pisteas. Yo, por mi parte, dos cheves a la hora de la comida. Si el presupuesto alcanza, un alipús antes de hacer la meme. De harina.