lunes, 11 de abril de 2016

Preguntadle al ecosistema

Desde que la calidad del aire de la Ciudad de México comenzó a rebasar los índices de los sanamente respirable el mes de marzo pasado, hasta alcanzar los límites de lo insalubre, algo grande sacudió a las autoridades, federales y capitalinas. Tuvieron que apechugar una medida que iba a escandalizar a la clase media vociferante: Poner en descanso su automóvil por al menos un día a la semana.

En este espacio propuse el requerimiento cívico de fundar las bases de una discusión racional, integradora del mayor número de perspectivas para una solución de cara a la contingencia ambiental (Contingencia ambiental y perversión ciudadana.) Pero no hay civismo y sí hay una racionalidad dogmática, utilitarista.

Siendo el eje del debate el medio ambiente, éste ha sido ignorado. Se prescinde de una categoría de análisis fundamental, el ecosistema, lo mismo se hace con el concepto de lo antropogénico. Que para algunos son meras externalidades frente a la abstracción y la ley irrevocable del mercado. Otros insisten en la anulación de la libertad, como si el Hoy no circula fuera un arresto domiciliario, nada más falso.

Si las autoridades se vieron obligadas –no lo hicieron por gusto- a tomar la aplicación de una medida restrictiva fue por los ingentes deterioros a la salud generados por la contaminación atmosférica. Ya pasó la curva epidémica estacional y sigue la cauda de tosigosos y similares. Cierto, puso en evidencia las omisiones de las autoridades, sus erradas políticas de vialidad promoviendo el uso de auto particular y sus ridículas acciones para generar una oferta de transporte público de acuerdo a las dimensiones del problema.

Y lo contradictorio es que siendo un mexicano, merecedor del premio nobel por sus investigaciones sobre la química atmosférica, como los es el Dr. Mario Molina, sigamos discutiendo el deterioro de la calidad del aire en el tenor del golpeteo político, de los economistas y  ultraliberales obsesos, ignorando olímpicamente el trabajo del Nobel mencionado.

(Parte de la aberración, también, es la institucionalización de un partido supuestamente ambientalista ausente totalmente en el debate, movidos exclusivamente sus dirigentes por su acceso a la nómina pública y a la promoción de sus intereses personales. La contingencia ha demostrado, una vez más, que el Partido Verde es un fraude a la ley)


Retomando el título de este artículo, empecemos por preguntarle al ecosistema ¿Cuántos vehículos automotores es capaz de soportar el Valle de México? De acuerdo a las preguntas se encontrarán las mejores respuestas efectivas para disminuir la contaminación que ensucia nuestro aire. Entonces quedará claro y tendremos  una mejor calidad de aire. Para ello la sociedad capitalina tendrá que imponerse sobre ambiciones políticas y la voracidad empresarial que se han beneficiado del enrarecimiento atmosférico.
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