jueves, 7 de marzo de 2013

Tocar fondo


Mucha tinta se ha regado en el proceso judicial que se le sigue a la profesora Elba Esther Gordillo. Puede que algunos ya se hayan cansado con el tema cuando apenas estamos en la superficie de un tema mayor que requiere de una acometida superior por parte de la autoridad. Otros  han de estar satisfechos con el discurso farisaico  de organizaciones como Mexicanos Primero, que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio.

La intervención quirúrgica de Peña Nieto tocó hueso, tejidos o tumores, según se le quiera metafóricamente apreciar. Lo cierto es que la operación no ha concluido, se mantiene expuesta. La operación trata de recuperar para el Estado y la ciudadanía los espacios que han ocupado los factores reales de poder, incluido el crimen organizado. No podemos ir a dormir tranquilos mientras que el Estado no recupere la rectoría perdida en aras del libre comercio que finalmente capturó la incipiente democracia. Rectoría del Estado oportunamente convocada para fundamentar la reforma constitucional a la educación.

La amplitud no cabe en este espacio que sigue el principio de una lectura económica o, mejor dicho, de una economía en la lectura, que no sofoque. Me detengo, por esta ocasión, en el tema sindical que se ha bamboleado con el caso EEG.
 
Hace muchos años, cuando las comparecencias que abonaron la elaboración de la histórica reforma política de 1977. El conductor de esta reforma, entonces secretario de gobernación, Jesús Reyes Heroles, tenía clara la necesaria distinción entre el ámbito de la lucha económica perteneciente a la organización sindical y el de la lucha política propia de los partidos políticos. La reforma prácticamente no se entretuvo en esta consideración porque para el régimen de entonces, como para el de ahora, se encuentra plenamente estructurado el interés mutuo entre gobierno y organización sindical, el maridaje entre apoyo político y corrupción de los líderes sindicales en beneficio de la estabilidad. Es un arreglo que tiene que revisarse porque no beneficia a la democracia, ni a los trabajadores. Si es que el proceso reformador para fortalecer la rectoría del Estado en un ambiente democrático va en serio.

Reformar no es fácil, sucede que a veces se esperan resultados que no se dan o se tienen consecuencias inesperadas. Pongo al caso una experiencia, que para mi es personal, la reforma al Artículo 27 constitucional y la Ley Agraria que de ella se enlazó. Que se esperaba de la reforma, que la inversión privada fluyera al campo y se constituyera en el motor del sector agropecuario, lo cual hasta ahora no ha ocurrido. Eso sí, se desactivo el control burocrático que para fines prácticos generó un vacío que terminó por ocupar el crimen organizado y mantener formas corruptas de administrar los subsidios al campo. Bajo esta óptica, la reforma terminó hecha un fiasco.

Por lo expuesto, el Presidente debe pensar bien las reformas necesarias y acompañarlas con la movilización social y mecanismos realmente eficaces de la redición de cuentas. De otra manera el gobierno corre el riesgo de valer madres.

lunes, 4 de marzo de 2013

Partido Presidencialista Pragmático


El Partido Revolucionario Institucional cumple años el día de hoy, ochenta y cuatro. Para bien o para mal, las definiciones de la XXI Asamblea, que se clausuró el domingo 3 de marzo, dejan en claro dos cosas: que la ideología que realmente unifica a los priístas es el presidencialismo, con mayor fuerza si se tiene la Presidencia de la república. Ya no es necesaria la fraseología revolucionaria. Queda sepultada la discusión sobre la posibilidad de un gobierno semiparlamentario, como lo proponía no hace mucho el ahora diputado Manlio Fabio Beltrones. El segundo aspecto son los contenidos de clase que de alguna manera han sobrevivido en los membretes sectoriales y que se encuentran en su mínima expresión. La liberación de los candados y las candidaturas alternativas para no militantes dan un perfil distinto y sólo les faltó cambiar el nombre por uno más adecuado: Partido Presidencialista Pragmático. Es el PRI que quiere Enrique Peña Nieto y le ha sido concedido.

La defenestración previa de Elba Esther Gordillo fue un mensaje para los priístas: por encima del Presidente nada, ni nadie, ya sea organización o persona. Falta por ver qué se quiere decir con trasformando a México, una expresión que da para todo, muy a tono con la proverbial ambivalencia del priísmo de los caudillos fundadores del Partido Nacional Revolucionario.

El fantasma de la profesora Gordillo se paseó por la Asamblea y en los medios no se ha terminado de destazar a su persona ¿Servirá de algo? Depende de la profundidad y amplitud que se le quiera dar al caso. Pasados los días a la sonada aprehensión, me parece que la decisión no fue tomada en función de la corrupción y la malversación de los fondos sindicales. La motivación es más simple, Elba Esther desafió al Presidente y eso fue lo que promovió su aplastamiento. Bajo esta perspectiva su situación es muy semejante a la de Joaquín Hernández Galicia “La Quina” en 1989, quien en su tiempo también desafió al Presidente en turno.

En ningún momento se enmarca el caso Gordillo dentro de una política de la rendición de cuentas de los líderes sindicales y de democratización de las organizaciones de los trabajadores porque no son temas que interesen al gobierno actual. Si así fuera estos temas hubieran quedado incluidos en la reforma a la Ley Federal del Trabajo, que se trató más bien de un ajuste al mercado laboral en beneficio de los empresarios. Por eso hemos visto que a Elba Esther le cayó encima la PGR al mando de Jesús Murillo Karam y no el Secretario del Trabajo. Fue directo a la persona y no al sindicato que permanece casi intacto, con la capacidad de operar el relevo estatutariamente, lo que no significa necesariamente una convocatoria a la participación de los maestros para sustituir a la profesora en desgracia. O sea que la caída de la Gordillo no tiene pretensión de depurar y democratizar la vida sindical, por el contrario, perpetuar la función del sindicalismo como apoyo acrítico del gobernante en turno.

¿Servirá de algo a mejorar la educación? Si no se modifican las prácticas del sindicato poco se podrá avanzar en el campo educativo. Pero no sólo es cuestión del sindicato, la mala educación está asociada con esa secretaría de educación alterna en la que fungen eficazmente medios como Televisa y TV Azteca. ¿Se tocará a éstas empresa y sus similares?

Es relativamente fácil demoler imágenes públicas, lo difícil es construir instituciones para una mejor convivencia entre los mexicanos.
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