lunes, 4 de marzo de 2013

Partido Presidencialista Pragmático


El Partido Revolucionario Institucional cumple años el día de hoy, ochenta y cuatro. Para bien o para mal, las definiciones de la XXI Asamblea, que se clausuró el domingo 3 de marzo, dejan en claro dos cosas: que la ideología que realmente unifica a los priístas es el presidencialismo, con mayor fuerza si se tiene la Presidencia de la república. Ya no es necesaria la fraseología revolucionaria. Queda sepultada la discusión sobre la posibilidad de un gobierno semiparlamentario, como lo proponía no hace mucho el ahora diputado Manlio Fabio Beltrones. El segundo aspecto son los contenidos de clase que de alguna manera han sobrevivido en los membretes sectoriales y que se encuentran en su mínima expresión. La liberación de los candados y las candidaturas alternativas para no militantes dan un perfil distinto y sólo les faltó cambiar el nombre por uno más adecuado: Partido Presidencialista Pragmático. Es el PRI que quiere Enrique Peña Nieto y le ha sido concedido.

La defenestración previa de Elba Esther Gordillo fue un mensaje para los priístas: por encima del Presidente nada, ni nadie, ya sea organización o persona. Falta por ver qué se quiere decir con trasformando a México, una expresión que da para todo, muy a tono con la proverbial ambivalencia del priísmo de los caudillos fundadores del Partido Nacional Revolucionario.

El fantasma de la profesora Gordillo se paseó por la Asamblea y en los medios no se ha terminado de destazar a su persona ¿Servirá de algo? Depende de la profundidad y amplitud que se le quiera dar al caso. Pasados los días a la sonada aprehensión, me parece que la decisión no fue tomada en función de la corrupción y la malversación de los fondos sindicales. La motivación es más simple, Elba Esther desafió al Presidente y eso fue lo que promovió su aplastamiento. Bajo esta perspectiva su situación es muy semejante a la de Joaquín Hernández Galicia “La Quina” en 1989, quien en su tiempo también desafió al Presidente en turno.

En ningún momento se enmarca el caso Gordillo dentro de una política de la rendición de cuentas de los líderes sindicales y de democratización de las organizaciones de los trabajadores porque no son temas que interesen al gobierno actual. Si así fuera estos temas hubieran quedado incluidos en la reforma a la Ley Federal del Trabajo, que se trató más bien de un ajuste al mercado laboral en beneficio de los empresarios. Por eso hemos visto que a Elba Esther le cayó encima la PGR al mando de Jesús Murillo Karam y no el Secretario del Trabajo. Fue directo a la persona y no al sindicato que permanece casi intacto, con la capacidad de operar el relevo estatutariamente, lo que no significa necesariamente una convocatoria a la participación de los maestros para sustituir a la profesora en desgracia. O sea que la caída de la Gordillo no tiene pretensión de depurar y democratizar la vida sindical, por el contrario, perpetuar la función del sindicalismo como apoyo acrítico del gobernante en turno.

¿Servirá de algo a mejorar la educación? Si no se modifican las prácticas del sindicato poco se podrá avanzar en el campo educativo. Pero no sólo es cuestión del sindicato, la mala educación está asociada con esa secretaría de educación alterna en la que fungen eficazmente medios como Televisa y TV Azteca. ¿Se tocará a éstas empresa y sus similares?

Es relativamente fácil demoler imágenes públicas, lo difícil es construir instituciones para una mejor convivencia entre los mexicanos.

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