jueves, 28 de febrero de 2013

El tamaño del desafío


El martes pasado, cuando subía el artículo Corporativismo a revisión para señalar el desafío de enfrentar al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a su dirigencia y a su líder moral, la maquinaría para detener a Elba Esther Gordillo ya se había echado a caminar con sigilo pues la opinión pública no estaba enterada. Fue alrededor de las 18 horas que se consumó la aprehensión y todos quedamos enterados y convencidos del proceso en marcha. Desde entonces todo ha sido llover sobre mojado, la demolición de la figura pública es incontenible.

La difusión de fotografías en la nueva condición de reclusa de la profesora Gordillo exhibe su defenestración de las alturas de la política mexicana. No se advierte, a los ojos del insaciable morbo mediático, que se trata sólo de una batalla en una guerra prolongada por devolverle al Estado su capacidad de dirigir de manera eficaz el aparato y el servicio públicos tras el desmantelamiento del régimen de la revolución. Lo que no pocos consideran una restauración y un regreso al autoritarismo, lo que no me parece así.

El tema de la educación, su reforma, es un ejemplo de como el interés gremial se apropió de la educación pública no sólo en las aulas, también llegó a las oficinas de la SEP en todos sus niveles. Tener un puesto tenía que ser agradecido a Elba Esther. El Estado no tenía toda la fuerza para atender sus obligaciones para con la educación por atender la relación laboral con el magisterio. Se desgastaba en su papel de patrón a costa de faltar a su compromiso como educador.

Pero no es el único caso de suplantación del Estado, gracias a la torpeza de los gobiernos panistas, todos hemos sido testigos de cómo se fue perdiendo control sobre porciones del territorio nacional y su traspasó a manos de la delincuencia organizada.

En todos los sectores y con distinta intensidad, el Estado fue perdiendo control, abdicando no sólo por intereses gremiales, sino de grandes empresas –es el caso de las telecomunicaciones- y del sistema financiero, también por intereses particulares en detrimento del funcionamiento de los sectores como la agricultura, economía, energía, medio ambiente, por mencionar algunos. La descoordinación gubernamental se constituyó en el mecanismo por excelencia para debilitar al Estado en temas como el de la seguridad y el desarrollo social.

Visto en toda su amplitud, el desafío por establecer un Estado eficaz no es cualquier cosa. Se espera que en la próxima semana, cuando se cumplan los primeros cien días del actual gobierno federal, se proporcione un balance de los avances y las resistencias a la luz del decreto de austeridad y de  la reforma a la Ley de la Administración Pública Federal, porque es ahí donde se tiene que hacer evidente que el verdadero servicio público no es faccioso. Entonces se verá con claridad a las fuerzas económicas, políticas y sociales que se suman al proyecto del presidente Enrique Peña Nieto.

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