El programa nacional de
vacunación para contrarrestar la enfermedad respiratoria causada por el virus
SARS-CoV2, sigue su entusiasta curso. La pandemia agarró a todo mundo fuera de
lugar y todavía, a nivel mundial, no se puede declarar el control de la
enfermedad.
Semejanzas y diferencias halladas
en cada país y región, revelarán en el futuro inmediato la respuesta universal
a la eventual repetición de este mal específico.
Lo que hemos aprendido con la
pandemia en México es de alto valor cívico para nuestra continuidad como
sociedad.
Las medidas represivas, como el
toque de queda, fueron innecesarias. A excepción de algunas localidades donde
su autoridad así lo decidió. Se apeló a la conciencia de las personas para
enfrentar el trance en libertad. Persuasión para convencer antes que recurrir a
medidas coercitivas.
La atención se dio y se sigue
dando con ánimo igualitario, cero exclusión o privilegio. Hay quienes
voluntariamente se han puesto al margen de la vacunación porque no creen en los
riesgos de la enfermedad, o por considerar que el autocuidado es la práctica
conveniente o, en el extremo, no confiaron en el sistema de salud y corrieron
al extranjero para atenderse.
Pese a no contar con las mejores
condiciones, el sistema público de salud se reconstruyó a marchas forzadas para
sustraerlo de la corriente privatista, en la cual el lucro se impone sobre el
Derecho constitucional a la salud.
Con libertad e igualdad, hemos
tenido jornadas de vacunación a lo largo y ancho del país con la fraternidad a
flor de piel, con una alegría ataja temores propios de un virus desconocido,
nuevo. Inhumanos han sido los temores procreados por la infodemia divulgada por
quienes han hecho de la pandemia la oportunidad para golpear políticamente al
gobierno de México. Son los intereses de quienes se sienten afectados por la 4T
los propulsores del miedo, del pánico.
Para concluir, otro elemento a
destacar. La demostración de un servicio público de calidad que todos los
beneficiados por la vacunación hemos constatado. Sin burocratismo, ni tráfico
de influencias y sin corrupción. Eso es lo que pedimos todos los mexicanos y el
programa de vacunación ha hecho patente. Es el botón de muestra de la cuarta
transformación, para que se replique en educación, en seguridad. Que valga la
pena continuar el proceso de transformación con nuestra confianza decidida. Una
forma de hacerlo es ir a votar el seis de junio.
En esta ocasión me ahorré el
análisis. Dedicarle unos párrafos a la pedagogía política lo consideré
pertinente.